Trucos para que nuestros hijos nos escuchen cuando les hablamos

Estos comportamientos favorecen que los niños nos presten atención a la primera.


Publicado por Patricia Lopez, redactora de Conmishijos.com
Creado: 28 de mayo de 2019 13:32 | Modificado: 30 de abril de 2025 12:44


¿Cuántas veces habéis tenido la sensación de que nuestros hijos no nos escuchan? Seguro que demasiado a menudo... Les repetimos lo mismo una y otra vez, tenemos que llamarle varias veces... ¿Por qué no conseguimos que presten atención a nuestras palabras?

La base para crear una buena relación de comunicación con nuestros hijos es conseguir que nos escuchen y presten atención cuando nos dirigimos a ellos. Cuando no lo conseguimos, es muy probable que no estemos comunicándonos con los niños de la manera correcta. No debemos olvidarnos a la hora de hablarles, que los niños mantienen su concentración centrada en una única cosa, por lo tanto, el primer paso para garantizar que nos escuchen será conseguir captar su atención. Posteriormente, tendremos que transmitirle nuestro mensaje de la manera correcta. Pero... ¿cómo lo hacemos? Te damos cuatro sencillos trucos para que por fin consigas que tus hijos ¡te escuchen!

4 trucos para que los niños escuchen

  1. Para captar su atención en el momento inicial, un truco que funciona muy bien es ponerte a la misma altura física que el niños. Puedes agacharte para transmitirle el mensaje deseado o bien subirle a la altura de tu rostro. Cuando hablamos con niños y nos ponemos a su altura es inevitable que captemos su atenciónde una forma mucho más eficaz que en la postura habitual. En ocasiones, también ayuda para captar su atención que cogamos su cara entre nuestras manos intentando dirigir su mirada directamente hacia nosotros.

  2. Trata de dirigirte a ellos utilizando un lenguaje sencillo y directo, evitando los rodeos. Cuando más cortas sean las frases que empleemos para transmitirle lo que queremos decirle, más rápida y sencilla será la asimilación del mensaje por su parte. De igual forma, debemos emplear las palabras adecuadas a su edad y a su conocimiento del lenguaje.

  3. Sustituye las frases negativas por las positivas. Es decir, si deseas decirle algo que no debe hacer, utiliza una formulación positiva d ela frase, por ejemplo: "Hijo, ¿podrías recoger del suelo ese papel?" en lugar de decirle: "Hijo, no debes tirar papeles al suelo". De esta manera, la sensación del niño será positiva desde el momento que escucha la frase y por tanto tendrá una mayor predisposición a entender y llevar a cabo la indicación que le hemos transmitido.

  4. Evita enviar varios mensajes a la vez. Sabemos que puede haber sido costoso captar su atención y una vez captada podemos comenter el error de querer decirle demasiadas cosas. Si lanzamos un exceso de peticiones, correcciones o mensajes a nuestros hijos de golpe, seguramente lo que consigamos será que no asimile y recoja ninguno de ellos. Es mejor concentrarle en una única petición  tarea para no saturar su capacidad de asimilación.

La importancia del momento y el entorno en la comunicación

Además de cómo hablamos y qué palabras usamos, otro factor clave para que los niños nos presten atención es elegir el momento y el entorno adecuados. Muchas veces intentamos hablar con ellos mientras están completamente concentrados en otra actividad: viendo dibujos, jugando, pintando o incluso cuando están cansados o hambrientos. En estas condiciones, su capacidad para escuchar y procesar lo que decimos disminuye considerablemente.

Por eso, es importante valorar el contexto antes de iniciar una conversación que requiera su atención. Si queremos que nos escuchen, debemos buscar momentos en los que estén más receptivos, tranquilos y con menos estímulos alrededor. Esto puede ser después de merendar, mientras caminamos juntos o justo antes de comenzar una actividad que les gusta. También es útil apagar oreducir distracciones externas como la televisión o el ruido ambiente para crear un entorno más propicio para la comunicación.

El espacio físico también influye. A veces, pequeños cambios en el entorno, como sentarnos juntos en un rincón tranquilo o hablar durante un paseo, pueden marcar una gran diferencia en su disposición para escucharnos. Cambiar el lugar puede ser incluso un modo de romper la rutina y facilitar una conversación más efectiva.

Asimismo, la actitud del adulto en ese momento es fundamental. Si estamos con prisa, irritados o hablando de forma automática, los niños lo perciben y es menos probable que conecten con el mensaje. En cambio, si demostramos interés genuino, si miramos a los ojos con amabilidad y hablamos con un tono tranquilo, los niños se sienten valorados y escuchan con más atención.

En definitiva, no se trata solo de qué decimos, sino cuándo, dónde y cómo lo decimos. Cuidar estos aspectos puede ayudarnos a establecer una comunicación mucho más fluida, efectiva y respetuosa con los más pequeños.

 

Patricia L. González
Redacción Conmishijos.com 

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