El rey sabio de León. Cuentos populares españoles para niños

Fábulas tradicionales de España para leer con tus hijos

El rey sabio de León es un cuento popular español que puedes contar a tus hijos para mantener viva la tradición de los cuentos orales. Esta es una historia de engaños que surge cuando el rey de León se niega a que su hija se case con su barbero. A partir de ese momento, surge toda una red de mentiras: una princesas que se disfraza de barbero,un  barbero que se viste de princesa, un rey que se enamora del barbero disfrazado de princesa... Un divertido relato en el que hay que estar muy atento para no perderse con tanto cambio de personalidad.

Cuentos españoles: El rey sabio de León

El rey sabio de león

Había un noble que tenía tres hijos. El rey, que le tenía mucho cariño, nombró a su hijo mayor como su paje, al segundo como su mayordomo y al más joven como su barbero.

El más joven, el que se convirtió en su barbero, se enamoró de la única hija del rey, que también lo correspondía pero, cuando esto llegó a oídos del rey, decidió detenerlo.

- Sé que estás enamorada de mi barbero, dijo el rey a su hija, jamás te casaras con él será por encima de mi cadaver o el tuyo. 

La princesa, al escuchar a su padre decir esto, se entristeció mucho y le pidió que le dejara un día para que lo considerara, a lo que el rey accedió.

Luego fue a su habitación, y reuniendo algunos de sus mejores vestidos, los hizo un bulto y salió del palacio por una puerta secreta.

Durante siete días y noches la princesa caminó por el bosque, subsistiendo con frutas silvestres y el agua de los riachuelos. Durante siete días y noches su padre la buscó y, al no encontrarla, llamó al barbero y le dijo que debía ir inmediatamente a buscar a la princesa, y que si no la traía de vuelta en un año, debería morir

Al final del séptimo día, la princesa estaba tan cansada que no pudo continuar su viaje; y temiendo a los lobos, logró trepar a la primera rama de un gran roble; y estando allí descubrió que el tronco estaba hueco, se dejó caer en él y se durmió. 

No había pasado mucho tiempo en su escondite cuando su enamorado, el barbero, se acercó, suspirando y diciéndose a sí mismo:

- ¡Ay de mí, porque nunca encontraré a la princesa! ¿Por qué habiendo tantas damas encantadoras en Castilla voy a enamorarme de la única hija del rey?

La princesa, al oírlo hablar, dijo fingiendo con otra voz:

- ¡Ay de la hija del rey! ¡Hay tantos galanes en España y, sin embargo, debe enamorarse del barbero de su padre!

El barbero se sorprendió mucho al escuchar esta réplica; pero no pudo averiguar de dónde vino la voz. Miró por todas partes y, por fin, con sueño, se tumbó debajo del roble donde estaba escondida la princesa.

En muy poco tiempo, el barbero estaba profundamente dormido; y la princesa, escuchándolo respirar pesadamente, salió de su escondite, montó el caballo del barbero, que el rey le había dado, y se alejó con el bulto de ropa del barbero, dejándo la suya en su lugar.

Cuando había cabalgado a toda velocidad durante algunas horas, desmontó y, abriendo el paquete del barbero, se quitó la ropa y se puso ropa masculina.

Al día siguiente llegó al reino de León, cabalgó hasta el palacio del rey y ofreció sus servicios al rey como barbero.

El rey, muy impresionado por el porte majestuoso de aquel extraño, aceptó voluntariamente los servicios ofrecidos.

Cuando el verdadero barbero se despertó y descubrió que su caballo y su ropa se habían ido, se alarmó mucho, pero al ver un paquete cerca, lo abrió y se alegró de encontrar los vestidos de su enamorada.

Siendo un joven sin barba y muy guapo, pensó en ponerse el mejor vestido de la princesa; y como su cabello era muy largo y rizado, según la moda de la época, llegó a parecer una bella dama.

Doloroso y cansado, llegó por fin al palacio del rey de León, y fue admitido en audiencia ante el rey, donde se presentó como hija del vecino rey de Castilla.

El rey de León quedó fascinado por la belleza de la recién llegada (que en realidad era el barbero disfrazado) y estaba tan encantado que casi no pudo dormir, por lo que, aquella noche, mandó llamar al barbero para que le acicalara y le confió su amor por aquella bella princesa de Castilla. 

La verdadera princesa se sorprendió mucho al escuchar que su amante estaba en el palacio, porque supuso que era él con un atuendo femenino, y decidió dar un vuelco a la histora. Permaneció callada hasta que su enamorado se durmió y luego se metió en su habitación, le devolvió la ropa y se llevó la suya.

A la mañana siguiente, cuando el verdadero barbero se despertó y descubrió que sus magníficos vestidos habían desaparecido y que su atuendo masculino le había sido devuelto. No pudo hacer otra cosa que volver a ponerse sus ropajes y ser de nuevo un hombre y un barbero. 

La princesa, por su parte, se puso su propia ropa y se escondió en un armario de la habitación. 

El rey de León se levantó aquella mañana antes de lo habitual, porque estaba ansioso por ver a la recién llegada; pero antes de hacerlo envió al barbero de nuevo para que lo preparara. 

La princesa estaba lista y, pasando ante los cortesanos vestida con sus ropas de mujer y no con las de barbero, se presentó ante su padre.

- ¿Quién eres tú?, preguntó el rey.

- Soy hija del rey de Castilla, como informé ayer, respondió la princesa.

- Pero, ¿dónde está mi barbero?, se reincorporó al rey.

- ¿Qué sabe la hija de un rey sobre el barbero de otro rey?, dijo la princesa.

En este momento, el verdadero barbero se presentó y suplicó humildemente el perdón del rey por haberlo engañado.

- ¿Pero quien eres tú?, rugió el rey. ¿Eres un barbero o un ladrón?

- Soy el hijo menor de un marqués, respondió el joven, un barbero de oficio, y prometido a la hija del rey de Castilla.

Entonces la princesa dio un paso adelante y le explicó todo al rey, que estaba tan interesado en lo que escuchó, que la princesa y el barbero tuvieron que contarle la historia una y otra vez. Entonces el dijo:

- Me ha afeitado la hija del rey de Castilla y he cortejado a su barbero. No volveré a ser engañado. Ahora serán hombre y mujer para siempre.

Este fue el sabio rey de León.


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