Las tres hilanderas. Cuentos clásicos para niños

Cuento de Andrew Lang para leer a tus hijos

Los cuentos han desempeñado un papel fundamental en la infancia a lo largo de la historia, brindando entretenimiento, educación y valiosas lecciones morales a los niños. Uno de esos cuentos que ha perdurado a lo largo del tiempo es "Las tres hilanderas", también conocido como "The Water Lily, The Gold Spinners".

Este cuento de hadas, originalmente escrito por Andrew Lang y recogido en "The Blue Fairy Book" en 1889, narra la historia de una joven doncella que vivía en un bosque junto a sus hermanas, sometida a un trabajo arduo por una anciana misteriosa.

La importancia de los cuentos radica en su capacidad para transmitir valores y enseñanzas a través de historias cautivadoras. En el caso de "Las tres hilanderas", la moraleja principal es la importancia de la lealtad y la promesa. La joven doncella, a pesar de la advertencia de la anciana, decide ayudar a un príncipe en apuros y entablar una promesa de amor. Sin embargo, cuando la promesa se rompe debido a la intervención de la anciana bruja, la historia se convierte en un viaje de redención y rescate. El príncipe demuestra su amor y compromiso al arriesgar su vida para salvar a la doncella y liberarla de su transformación en un nenúfar.

Este cuento nos enseña que las promesas y la lealtad son valores fundamentales en nuestras relaciones y que, a pesar de las adversidades, el amor y la determinación pueden superar cualquier obstáculo. Además, destaca la importancia de la comunicación y la confianza en la resolución de conflictos y la búsqueda de la felicidad.

Así, los cuentos clásicos infantiles como "Las tres hilanderas" continúan siendo relevantes en la educación de los niños, no solo como una fuente de entretenimiento, sino también como una forma efectiva de transmitir valores y lecciones de vida que perduran a lo largo del tiempo.

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Cuentos clásicos para niños: El nenúfar. Las tres hilanderas

Cuentos clásicos. Las tres hilanderas

Érase una vez, en un gran bosque, vivían una anciana y tres doncellas. Los tres eran hermosas, pero la más joven era la más bella de todas. La anciana tenía a las niñas trabajando duro, desde la mañana hasta la noche, hilando lino de oro, y cuando una rueca estaba vacía, les daban otra, para que no tuvieran descanso. Cada día, la anciana salía y no regresaba hasta la. noche, de modo que las muchachas nunca veían lo que traía consigo, ni les decía de dónde venía el lino de oro o para qué servía.

Un buen día, la anciana les dijo a las doncellas que tenía que salir por seis días, pero les advirtió: 

- No dejéis vagar vuestros ojos, y menos por un hombre, porque, si lo hacéis, el hilo perderá su brillo, y ocurrirán desgracias de todo tipo.

Al tercer día después de la partida de la anciana, un joven príncipe, que estaba cazando en el bosque, se separó de sus compañeros. Tras caminar mucho, divisó un sendero que lo conducía a una pequeña cabaña. Las doncellas, que estaban sentadas a la puerta de su casa para refrescarse, lo vieron acercarse, y las dos mayores se alarmaron mucho, porque se acordaron de la advertencia de la anciana.

- Nunca antes había visto a alguien como él; déjadme echarle un vistazo, dijo la más pequeña 

Le rogaron que entrara, pero al ver que no quería, la dejaron y el Príncipe, acercándose, saludó cortésmente a la doncella y le dijo que se había perdido en el bosque y que estaba hambriento y cansado. Le dio de comer y conversó con él durante horas.

Sin embargo, el Príncipe hubo de partir pero prometió regresar para llevar a la bella joven a la corte de su padre, donde la haría su esposa. Cuando él se hubo ido, ella se sentó a su rueca para recuperar el tiempo perdido, pero quedó consternada al descubrir que su hilo había perdido todo su brillo. Su corazón latía aceleradamente y lloraba amargamente, porque recordaba la advertencia de la anciana y no sabía qué desgracia podría acontecerle ahora.

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Cuando volvió la anciana, enfureció al saber lo ocurrido y le dijo que había traído miseria tanto para ella como para el Príncipe. La doncella decidió ir a buscar al Príncipe para que la ayudara y, como sabía el habla de los pájaros, le dijo a un cuervo: 

- Querido pájaro, ¿me ayudarás? Vuela, hasta que llegues a una ciudad espléndida, donde se encuentra el palacio de un rey; busca al hijo del rey y dile que me ha sucedido una gran desgracia y que necesito de su ayuda, dijo la doncella, quien le contó su historia.

El cuervo prometió cumplir fielmente sus órdenes y, extendiendo sus alas, se fue volando. Cuando el Príncipe lo escuchó, se entristeció mucho y consultó con sus amigos cómo liberar a la doncella. 

- Cuervo, dile a la doncella que esté lista para la novena noche, porque entonces acudiré y la rescataré, dijo el Príncipe

 La doncella agradeció al pájaro de todo corazón y se fue a su casa, sin contarle a nadie el plan.

En la novena noche, el Príncipe apareció a galope, la subió a la silla y cabalgó hacia su casa. 

Poco a poco, la llegada del alba soltó las lenguas de todos los pájaros y, si el Príncipe hubiera sabido lo que decían, o si la doncella hubiera escuchado, podrían haberse ahorrado muchas penas, pero solo pensaban el uno en el otro. 

La anciana, como en realidad era una bruja malvada, decidió castigar a los fugitivos. Preparó una bola mágica y la lanzó hacia los jóvenes que regresaban a palacio. El caballo en el que viajaban el Príncipe y la doncella acababa de llegar a la mitad cuando la bola mágica pasó volando. El caballo, asustado, se encabritó de repente y, antes de que nadie pudiera detenerlo, arrojó a la doncella a la rápida corriente de abajo. El Príncipe trató de saltar detrás de ella, pero sus hombres lo retuvieron y, a pesar de sus esfuerzos, lo llevaron a casa, donde durante seis semanas se encerró en una cámara secreta y no comía ni bebía, tan grande era su dolor. 

Su padre, pidió la ayuda de un mago de una tierra lejana, quien le recomendó que, si su hijo salía de su habitación y recibía al viento, se recuperaría. Y así fue, pero aunque su padre le pidió que tomara otra esposa, el Príncipe no podía olvidar a su amada. 

Un año después llegó repentinamente al puente donde su amada encontró la muerte. Al recordar la desgracia, lloró amargamente, y hubiera dado todo lo que poseía por tenerla de nuevo con vida. En medio de su dolor creyó oír una voz que cantaba y miró a su alrededor, pero no vio a nadie. Entonces oyó de nuevo la voz, y decía:

- ¡Ay! hechizado y abandonado, ¡es que debo yacer para siempre aquí! Mi amado no ha pensado en liberar a su novia, que era tan querida.

Se asombró mucho, saltó de su caballo y miró por todas partes para ver si no había nadie escondido debajo del puente; pero nadie estaba allí. Entonces notó un nenúfar amarillo flotando en la superficie del agua, medio oculto. Entonces otra vez la voz cantó:

- ¡Ay! hechizado y abandonado, ¡es que debo yacer para siempre aquí! Mi amado no ha pensado en liberar a su novia, que era tan querida.

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El Príncipe recordó de repente a las hilanderas de oro y pensó en ir hasta su casa para pedir explicaciones. Las hermanas entendieron rápido lo sucedido y le dijeron que el nenúfar amarillo no podía ser otro que su hermana, que no estaba muerta, sino transformada por la bola mágica. 

La hermana mayor, le preparó un pastel de hierbas mágicas para que pudiera entender todo lo que los pájaros se decían entre sí y así, quizás podría ayudarle a recuperar a su hermana. .

Y, mientras cabalgaba por el bosque de regreso, pudo entender perfectamente todo lo que decían los pájaros. Oyó que un vencejo le decía a una urraca:

- ¡Qué estúpidos son los hombres! Ha pasado ya un año desde que la doncella se transformó en un nenúfar, y, aunque canta tan tristemente que cualquiera que pase el puente debe escucharla, pero nadie acude en su ayuda. Su antiguo novio cabalgó sobre él hace unos días y la escuchó cantar, pero no era más sabio que el resto.

 Cuento clásico Las tres hilanderas

El Príncipe, entendiendo que debía liberarla, pidió ayuda al mago de Finlandia y él le dio la fórmula para salvarla. Sabiendo lo que tenía que hacer, fue de nuevo hacia el nenúfar y pronunció las palabras que le había dicho el mago: '

- "De hombre a cangrejo", y se zambulló en el río convertido en un cangrejo. Nadó hasta la flor y comenzó a soltar sus raíces, pero estaban tan firmemente fijadas en el barro y las cañas que le tomó mucho tiempo. Luego los agarró y subió a la superficie, dejando que el agua fluyera sobre la flor. La corriente los llevó río abajo y de nuevo dijo:

- "De un cangrejo a un hombre", y por arte de magia, el hombre se transformó de nuevo en Príncipe y la doncella dejó de ser un nenúfar atrapado en el río y volvió a ser ella misma. 

Regresaron a palacio, se casaron y vivieron felices... ¡Solo un tiempo!

Tiempo depués el Príncipe y la doncella estaban sentados en el jardín, cuando un cuervo les dijo:

- ¡Criaturas ingratas! ¿Habéis olvidado a las dos pobres doncellas que os ayudaron? ¿Han de hilar lino de oro para siempre? No tengáis piedad. sobre la vieja bruja. Las tres doncellas son princesas, a quienes ella robó cuando eran niñas junto con todos los utensilios de plata, que convirtió en lino de oro. 

El Príncipe se avergonzó de haber olvidado su promesa y partió de inmediato, y por gran fortuna llegó a la cabaña cuando la anciana no estaba. Las doncellas habían soñado que venía y estaban listas para ir con él, pero primero hicieron un pastel en el que pusieron veneno y lo dejaron en una mesa donde la anciana probablemente lo viera cuando regresara. Y sí, la bruja lo vio, y pensó que se veía tan delicioso que se lo comió con avidez y murió de inmediato.

En la cámara secreta de aquella casa se encontraron cincuenta vagones llenos de lino dorado, y se descubrió mucho más enterrado. La cabaña fue arrasada hasta los cimientos, y el Príncipe, la princesa y sus dos hermanas, ahora sí, vivieron felices para siempre.

FIN


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