Adolescentes: ¿Por qué dan más valor a cómo les dices las cosas que a las cosas que dices?

¿Por qué un adolescente da más importancia a la forma en la que le hablas y no a lo que le quieres transmitir?

"¿Me lo puedes decir bien?". Esta frase resuena en mi cerebro cada vez que no he utilizado el "cariño" al empezar la frase o que mi tono es un poco más vehemente y rotundo.

Le he pedido por sexta vez que recoja el lavavajillas, pero sólo se queda en cómo se lo pido la última, no en que lo tenía que haber recogido a la primera cuando utilicé mi dulce vocecita.

Pues mira, no todos los días tenemos ganas de interpretar a Caroline Ingalls en «La casa de la pradera», nosotros también tenemos nuestros momentos, nuestra paciencia, nuestras irritaciones y las ganas de tirar la toalla.

¿Por qué un adolescente da más importancia a cómo le dices las cosas que a las cosas que dices?

como hablar con un adolescente

Pero claro, nosotros les repetimos constantemente: ¿Por qué me hablas así? ¿Puedes hablarme bien?¿Te parecen formas de decirme las cosas?...

¿Y qué me decís de los despertares? El primero con un beso, el segundo con un susurro, el tercero con un "vengaaa" y el cuarto, pues el cuarto con un berrido...¿y con qué se quedan? pues con el berrido. "Mamá ¿por qué me despiertas así?".

En todo caso, reconozcamos que el efecto de nuestro tono es definitivo para gestionar mejor todo lo relacionado con nuestros hijos adolescentes.

Si queremos tener una buena comunicación y llegar a nuestro objetivo, que es que capten el mensaje, no debemos utilizar estos tonos que no soportan:

El quejumbroso: Nuestras criaturas no soportan la queja constante con tono victimista. Lejos de apiadarse de nosotros, les produce especial rechazo y puede llegar a producir el efecto contrario, que desconecten rápidamente de lo que les estamos diciendo.

El histérico: Está claro que los chillidos a diestro y siniestro y el tono histriónico no es efectivo en su esencia. No porque no acaben obedeciendo, sino porque la relación se va desquebrajando y sólo se quedan con una lectura y es que somos unos "amargados".

El irónico y sarcástico: Algunos no lo entienden y otros lo interpretan directamente como una burla y un menosprecio.

El autoritario: El temor y el miedo puede parecer efectivo, pero nunca formativo y probablemente generemos una oposición mucho más grave.

Cómo hablar con tu hijo adolescente para que te escuche

En definitiva, no lleguemos a ese extremo en el que nuestros adolescentes pasen a no soportar ni nuestra voz. Propongo cambiar a estos tonos:

El cariñoso: Conecta directamente con sus emociones. Pero no olvidemos que el mensaje tiene que ser claro y conciso.

El humorístico: No se trata de interpretar todos los días El Club de la Comedia, pero hacerles sonreír  antes de un mensaje imperativo suele tener un efecto calmante que ayuda a que el mensaje sea mejor recibido. 

Mi recomendación por tanto es que saquemos toda nuestra batería de palabras cariñosas, pongamos cara sonriente y ojillos chisposos, hagámosles alguna broma amable y como diría cualquier abuela, "miel sobre hojuelas".

Cristina C, @miadolescenteyyo

Psicóloga

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