Por qué mi bebé tiene la piel seca

Cuando un bebé tiene la piel seca hay que identificar la causa.

La piel de tu hijo es fina, frágil y puede presentar síntomas de sequedad más o menos importantes. Por eso tienes que cuidarla con especial esmero.

El problema

A esta edad, la capa protectora de la superficie de la piel (compuesta de agua y cuerpo graso) es tres veces menos rica que la de un niño más mayor. La piel se deshidrata muy fácilmente y al ser tan fina es más vulnerable a las agresiones exteriores.

¿A quién afecta?

A tu hijo. Si padece dermatitis atópica (eccema), a veces se rasca hasta hacerse sangre y provocarse una infección. Está muy nervioso y le cuesta dormir.

A ti. Estás disgustada. Normalmente, la piel de un niño es suave como la seda, dulce como la miel y aterciopelada como el melocotón, vamos que está para comérsela. Ahora tiene la piel rasposa, apagada y, a veces, incluso presenta unas feas manchas rojas.

Es su tipo de piel

Su padre o tú tenéis la piel seca (o cerosa). Y la de tu hijo presenta unas miniescamas blancas en las extremidades y, si todavía tiene algunos michelines, también en los pliegues. Ha heredado una piel "fisiológicamente seca" y la tendrá siempre así, también de adulto.

Lo que debes hacer. Lávale la piel con un gel o una pastilla limpiadora sin jabón y luego hidrátalo con una crema. En invierno, puede tener sabañones o enrojecimiento.

Tiene la piel atópica

Si tiene la piel seca, con manchas rojas que le escuecen mucho en los pliegues de los codos y las rodillas, es que padece dermatitis o eccema atópico, como el 15 o el 20% de los niños. Esta enfermedad disminuye hacia los 3 años, pero puede persistir todavía unos años más.

Qué debes hacer. Si el escozor es intenso, acude al médico, que le recetará cremas con cortisona para aplicar durante un periodo de tiempo preciso. Dale baños tibios, a 33 o 34 ºC y echa unas gotas de aceite en el agua. Sécale dándole pequeños golpecitos suaves, sin frotar.

Le afectan el viento y el sol

La piel soporta mal el efecto desecante del sol, el viento y el agua de mar, que es especialmente agresiva, o el cloro de la piscina. La capa protectora natural de su piel se altera y pierde capacidad de protección.

Qué debes hacer. Aplícale un tratamiento especialmente hidratante hasta que la piel recupere la tersura y suavidad. Si el niño va a la piscina durante el año, unta su cuerpo de aceite antes de que entre en el agua.

Monique Fort con la colaboración de Philippe Delanoe, especialista en dermatología pediátrica.
© Enfant Magazine


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