Ir descalzo es bueno para aprender a caminar

Antes de que el bebé camine, déjale descalzo para que se lance.

Si hay un momento en el que no solo es posible sino también deseable que tu bebé no lleve zapatos es antes de que aprenda a andar, durante el periodo en que toma conciencia de que su pie pertenece a su cuerpo y que seguramente le reserva descubrimientos sorprendentes.

Tu pequeño aún no sabe que sus pies "están hechos para caminar", por eso los utiliza para explorar el mundo de las sensaciones. Sus pies, como sus manos, se dedican a descubrir texturas: suaves, rugosas, punzantes... Igual que hace con los dedos de las manos, tu bebé somete los dedos de los pies al dictamen de la lengua y de la boca.

Los pies de tu bebé son muy receptivos y eso le encanta: se contraen con el frío y con las cosquillas; participan, del talón a la punta del dedo gordo, del gran escalofrío que recorre todo su cuerpo cuando su lengua se deja sorprender por la acidez de una fruta, cuando le sobresalta un ruido o cuando estornuda. Pero también se relajan voluptuosamente cuando siente las caricias de tus manos o las del agua del baño.

Cuando tu bebé sale de expedición a gatas, puede apoyarse sobre sus extremidades para sentarse y aprovechar para atrapar con los dedos de los pies pequeños juguetes a su alcance. Son juegos de bebés que permiten que la bóveda plantar se muscule y que sus tobillos se suelten. Para entregarse a todos estos aprendizajes, el pie necesita estar totalmente libre.

En cambio, para salir, ponle a tu pequeño un buen par de calcetines más o menos gruesos cuando el tiempo sea templado y botitas de piel flexible para combatir el frío, desde mediados del otoño hasta principios de la primavera.


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