El camino de aprender a leer

Un reto fundamental para niños y niñas.

Si pensamos un poco en las primeras clases que dimos para aprender a conducir, recordaremos la dificultad de coordinar todos los movimientos: los pies en los pedales, las manos en el volante, la vista en la carretera... Los niños se encuentran casi en la misma situación cuando aprenden a leer... ¡y no tienen más que 5 ó 6 años! Aprender a leer es un reto nuevo, no es una tarea fácil y requiere tiempo.

Un reto nuevo

Para los niños >Se acabó el pequeño y protegido entorno de la guardería o de la escuela infantil. A partir de ahora, tienen que concentrarse más y durante más tiempo. Jugar menos y también moverse menos.

Para los padres >Los niños ya no son bebés, han comenza-do una etapa distinta de aprendizaje. Llevan una gran mochila con cuadernos, papeles arrugados... Una mochila que de vez en cuando habrá que revisar, porque puede acabar convertida en un rastrillo. Y, como son mayores, no pueden faltar al colegio sin motivo.

No es fácil

Para los niños >Tienen muchas ganas de aprender a leer y a escribir, pero han descubierto el significado de la palabra esfuerzo y han comprobado que el esfuerzo va muy unido al aprendizaje. ¡Y es muy difícil no desanimarse cuando se tienen sólo seis años!

Para los padres >Los padres también viven con preocupación las reacciones de sus hijos, sus logros y su desánimo. Porque el fantasma del fracaso escolar anda siempre rondando.

Los hijos desarman a los padres cuando no quieren ir al colegio o cuando se niegan a hacer los deberes porque están muy cansados o cuando aseguran que la señorita les exige demasiado.

Requiere tiempo

Para los niños >Necesitan leer una y otra vez lo mismo, no entienden bien. Enredados en las sílabas y las palabras, acaban perdiendo el hilo de la narración, el sentido de las frases. Repetir..., retomar...

Para los padres >Los padres se inquietan cuando sus hijos van lentos: «María silabea todavía al leer, mientras que su amiga Celia ya lee de corrido. ¿Por qué? ¿Qué le ocurre a María?».

El camino que lleva a la lectura fluida no es una autopista. Los niños tienen ritmos diferentes. Pueden estar en baja forma y frenar su proceso, incluso pararse en el camino, temporalmente. Pero lo conseguirán. No hay que perder la paciencia.


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