Cómo proteger al bebé de la contaminación

La contaminación aumenta el riesgo de padecer ciertas enfermedades.

Los bebés cada vez están más expuestos a la contaminación. Para no poner en peligro su "capital respiratorio" y evitar el riesgo de padecer asma, es necesario saber qué precauciones hay que tomar.

El bebé: más expuesto a la contaminación que el adulto

A pie o en su cochecito, el bebé se encuentra a la altura de los tubos de escape y por eso está especialmente expuesto a los gases tóxicos (monóxido de carbono, hidrocarburos). Se calcula que "traga" un 30% más de contaminación que un adulto. Y precisamente en esta etapa de su vida, su aparato respiratorio está en pleno desarrollo, por lo que es muy vulnerable. De modo que la exposición a la contaminación puede poner en peligro su "capital respiratorio".

Al nacer, los bebés poseen entre 25 y 50 millones de alveolos pulmonares, las cavidades donde se efectúa el paso del oxígeno a la sangre. Tres años después, los pulmones del bebé tienen entre seis y diez veces más alveolos. Ese "capital respiratorio", que se forma más o menos hasta que el niño cumple 8 años, no puede renovarse. Por eso es tan importante que los pequeños respiren un aire limpio.

La contaminación: mayor cuando hace buen tiempo

El peligro es mayor cuando brilla el sol. Esa contaminación fotoquímica procede de la transformación de determinados contaminantes primarios en contaminantes secundarios, que son los más nocivos.

Es el caso del monóxido de carbono y del dióxido de azufre procedentes de la combustión de derivados del petróleo, de algunas industrias y más concretamente de los motores de los coches. Bajo el efecto del sol, se transforman en ozono: ese gas es muy agresivo para el sistema respiratorio y los ojos de los más pequeños. El fenómeno se agrava durante el verano, cuando hace calor y el viento no dispersa los contaminantes. Ten cuidado también con la niebla que concentra los elementos tóxicos en las gotitas.

Cuando hay picos de contaminación, mejor en casa

Cuando el aire está muy contaminado, lo más prudente es que no salgas a la calle. O, por lo menos, deja el cochecito en casa y utiliza el portabebés (que está a una distancia prudencial de los tubos de escape). Sal a las horas de menos calor. Estudia el itinerario para evitar las arterias más concurridas y camina por calles tranquilas o, mejor todavía, por zonas verdes. Los árboles absorben el dióxido de carbono y renuevan el oxígeno del aire.

Si tienes un hijo mayor, intenta (aunque no es nada fácil) canalizar su energía: cuanto más se mueve, más respira y más aire contaminado traga. En reposo, un niño inhala entre 4 y 5 litros de aire por minuto. Cuando corre o sube una cuesta en bicicleta, consume entre 25 y 70 litros de aire por minuto.

Cuidado con la contaminación también en el coche

Un niño montado en un coche está más expuesto que en su cochecito. La cantidad de contaminantes puede ser mayor en el interior de un coche que en el exterior. Eso ocurre cuando el coche es nuevo (desprende sustancias químicas en el habitáculo) o cuando hay mucho tráfico. Si no puedes desplazarte en una franja horaria mejor, párate a menudo y airea el habitáculo. Por supuesto, no fumes. Algunos coches de gama alta tienen filtros antipolen, muy útiles para los niños alérgicos.

El aire puro está fuera de las ciudades

Para disfrutar del aire puro, hay que salir de las ciudades. Si quieres ofrecer un buen "tazón de aire" a tu pequeño, el único medio sigue siendo huir de las grandes aglomeraciones y de las zonas industriales. Haz una escapada al mar, a una zona no contaminada. ¿Prefieres la montaña? También allí tu bebé respirará a pleno pulmón, siempre y cuando no escojas un lugar demasiado elevado.

El tabaco: otra forma de contaminación

El tabaco es la principal fuente de contaminación interior. Está demostrado que el tabaquismo, activo o pasivo, es un factor agravante del asma y de las alergias respiratorias. Actualmente, es el único contaminante químico del que se ha demostrado que es responsable de la aparición del asma. Cuando fumas, expeles al aire todo tipo de productos tóxicos como óxido de azufre, alquitrán o amoniaco, nocivos para los pulmones de tu bebé.

Contaminación: cuidado con el asma

Cuando la contaminación es severa, los pequeños son los primeros afectados por los problemas respiratorios. Tosen y tienen dificultad para respirar. Los síntomas se puede declarar el mismo día, unas horas antes de un pico de contaminación, o en los días siguientes. A ello se añaden irritación de los ojos y de la piel. Muchos estudios han demostrado que en los niños que padecen asma hay una correlación muy clara entre el momento del ataque y los picos de contaminación atmosférica.

Muebles nuevos: deja que se aireen

Los muebles nuevos pueden desprender productos nocivos. Cuando se abre una caja de cartón que contiene un mueble nuevo, por ejemplo de madera aglomerada, se desprenden sustancias químicas como el formaldehído, de la familia de los COV (compuestos orgánicos volátiles). La situación puede persistir durante varios meses. El formaldehído tiene un efecto inflamatorio, principalmente sobre la mucosa nasal y bronquial, y puede desempeñar un papel amplificador en la aparición de la rinitis alérgica. Lo ideal es esperar un mes antes de colocar muebles nuevos en la habitación del bebé (cama, silla...). Deja que los muebles se aireen antes de utilizarlos. Limita también el uso de productos desodorizantes, ambientadores de interior, ceras, insecticidas o pinturas que contienen muchos compuestos orgánicos volátiles.

Ventilar: al menos diez minutos al día

Muchos especialistas creen que los bebés son víctimas de una atmósfera cerrada. El doble acristalamiento, los burletes y el aislamiento máximo hacen más difícil la renovación del aire. Esa menor ventilación aumenta el grado de humedad relativa en el interior del hábitat, favoreciendo el desarrollo de determinados organismos que son fuente de alérgenos como los ácaros y/o el moho. Por eso hay que abrir de par en par las ventanas todos los días, al menos durante diez minutos. Es una técnica eficaz, porque la concentración de contaminantes es mayor en el interior que fuera de casa.

© Enfant.com

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