Cuando los deberes desesperan ¿Qué podemos hacer?

Estrategias emocionales para estudiar sin enfados


Publicado por Patricia Fernández, bloguera y periodista especializada en ocio y tiempo libre
Creado: 24 de abril de 2025 13:55 | Modificado: 24 de abril de 2025 13:59


La escena es habitual: un niño frente a su cuaderno, los ojos llenos de lágrimas, el ceño fruncido y una frase que se repite con fuerza: "¡No puedo!". La frustración durante los deberes es una experiencia común que puede convertirse en un auténtico campo de batalla emocional si no se maneja con cuidado. Para muchos padres y educadores, acompañar ese momento sin desesperarse es todo un reto. Sin embargo, estos episodios son también una oportunidad valiosa para enseñar a los niños a regular sus emociones, pedir ayuda, perseverar y encontrar estrategias cuando las cosas se ponen difíciles.

Aprende por qué los deberes generan frustración, cómo identificar las señales antes de que estalle la tormenta emocional, y qué herramientas prácticas podemos ofrecerles a los niños para que aprendan a gestionar esos momentos sin bloquearse.

frustración con los deberes

¿Por qué los deberes frustran a los niños?

La frustración aparece cuando un niño siente que no puede lograr algo, especialmente si cree que "debería" poder hacerlo. En el caso de los deberes, hay varios factores que pueden desencadenarla:

  • Dificultad excesiva: el nivel del ejercicio está por encima de sus capacidades actuales.
  • Cansancio o sobrecarga: después de un largo día, les cuesta concentrarse o mantener la energía.
  • Falta de comprensión de las instrucciones.
  • Presión externa o interna: quieren hacerlo perfecto, no decepcionar o evitar regañinas.
  • Comparaciones con otros compañeros.

Estas causas no siempre se expresan con palabras. A veces, la frustración se manifiesta en forma de enfado, silencio, llanto o simplemente negación a trabajar.

Señales de alerta antes de que estalle la tormenta

Detectar los primeros signos de frustración es clave para poder intervenir a tiempo. Algunas señales a las que debemos estar atentos:

  • Miradas perdidas o bloqueos prolongados.
  • Frases como "esto es imposible", "no sirvo para esto" o "es muy difícil".
  • Aumento del tono de voz, gestos bruscos, cerrar el cuaderno de golpe.
  • Negarse a continuar, llorar, tirar el lápiz o buscar excusas constantes.

En este punto, más que presionar para que siga, lo mejor es pausar, conectar emocionalmente con el niño y ofrecer una pequeña guía emocional.

Acompañar sin invadir

Cuando un niño se frustra, lo más útil no es resolverle la tarea, sino enseñarle cómo resolver la situación emocional. Aquí algunas claves:

  • Validar su emoción: "Entiendo que esto te esté resultando difícil".
  • Nombrar lo que pasa: "Te sientes frustrado porque no te sale, ¿verdad?".
  • Ofrecer calma, no soluciones inmediatas: a veces solo necesitan saber que estamos ahí.
  • Evitar frases que minimicen su sentir: "No es para tanto", "es muy fácil", etc.
  • Proponer una pausa activa: tomar aire, beber agua, moverse un poco.

Estrategias prácticas para gestionar la frustración

Una vez la emoción está reconocida, podemos ayudar al niño a recuperar el control. Algunas estrategias útiles:

  • Dividir el problema: "Vamos a mirar solo el primer paso".
  • Buscar un ejemplo similar que ya haya hecho.
  • Recordar logros anteriores: "¿Te acuerdas cuando también pensabas que no podrías sumar fracciones?".
  • Utilizar apoyos visuales: esquemas, dibujos, colores.
  • Tener un "kit antiestrés de deberes": objetos que le ayuden a calmarse, como una pelota antiestrés, una lamparita que cambia de color o música suave.

Crear un ambiente de estudio sin presiones

El entorno también influye mucho en cómo un niño afronta los deberes. Algunas ideas para crear un espacio más amable:

  • Un lugar cómodo, con buena luz y pocos estímulos distractores.
  • Rutinas claras: siempre a la misma hora, con tiempos definidos y pausas.
  • Un calendario visible con tareas por día, para no sobrecargarse.
  • Premiar el esfuerzo más que el resultado.

Enseñar a hablar de lo que sienten

Muchos niños no saben ponerle nombre a lo que sienten. Hablar sobre emociones, hacer juegos de identificación emocional, o incluso tener un "termómetro de emociones" en casa puede ayudar. Por ejemplo:

  • "Del 1 al 10, ¿cómo de frustrado te sientes?"
  • "Si esta emoción fuera un color, ¿cuál sería?"
  • "¿Dónde la sientes en el cuerpo?"

Esto les da herramientas para entenderse y expresarse mejor.

El valor de equivocarse

Uno de los mejores aprendizajes que un niño puede llevarse de sus deberes no es cómo resolver un problema, sino cómo enfrentarse a un error sin miedo. Los errores son parte del camino y deben normalizarse.

Puedes usar frases como:

  • "Equivocarsees señal de que lo estás intentando".
  • "Así no era... pero ahora estamos más cerca de la respuesta".
  • "A mí también me pasa a veces".

Aprender a frustrarse también se aprende

La frustración no es enemiga del aprendizaje, sino parte de él. Enfrentarla con calma, con herramientas y con acompañamiento, permite que los niños no solo completen sus deberes, sino que se hagan más fuertes emocionalmente. Y ese aprendizaje, aunque no se califique con nota, es probablemente uno de los más valiosos de su etapa escolar.

 

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