Alimentación del bebé: Lactancia materna

Alimentación del bebé: Lactancia materna

Una de las mayores preocupaciones a la hora de ser padres comienza ya en las primeras horas de vida, casi en los primeros minutos después de que el bebé sea reconocido por el pediatra o la matrona en la sala de partos. Puesto sobre la tripa de la mamá, el recién nacido reptará para buscar el pecho. Y en esas primeras horas de vida en que el bebé está más alerta y despierto, recibirá su primer alimento, la leche, que mantendrá en exclusividad hasta los cuatro o cinco meses en que se inicie el período de diversificación.

Durante el final del embarazo y tras el parto, la glándula mamaria produce el calostro, un líquido de color más amarillento y muy rico en proteínas y en sustancias que protegen al bebé de infecciones. Posteriormente se produce la llamada leche de transición, hacia el tercer o cuarto día, que da paso a la leche madura definitiva en lo que se llama comúnmente “subida de leche”. El mayor estímulo a la hora de producir leche es la succión del lactante o, en su defecto la extracción manual o mecánica de la misma. Por lo tanto, no hay mejor solución para la sensación de no tener suficiente que poner al bebé al pecho.

La lactancia materna establece un vínculo muy fuerte entre la mamá y el bebé, y siempre es recomendable mantenerla y no abandonar con el primer contratiempo. Pero tampoco se ha de llegar a posturas radicales que condenen la lactancia artificial. Se ha de respetar la decisión de una madre y, lo más importante, se ha de alimentar al bebé, que depende absolutamente de sus padres y de los adultos que lo rodean.

La lactancia es a demanda, en los primeros días de vida especialmente, lo que supone una pausa de unas 2 horas entre toma y toma cuando hablamos de lactancia materna, y unas 3-4 horas con lactancia artificial. La diferencia se establece porque la leche materna es de más fácil digestión, y se mantiene en el estómago durante menos tiempo. El número global de tomas de un recién nacido puede variar mucho entre unos y otros, oscilando entre 8 a 12 tomas.

El tiempo de la toma es también muy variable, pues hay bebés que succionan con más fuerza que otros. Se recomienda siempre que al menos uno de los pechos quede vacío, ya que la leche del final es la más rica en grasa, lo que le genera sensación de saciedad. Si el bebé se ha quedado satisfecho, no es necesario que acabe el segundo pecho, y la mamá comenzará la toma siguiente por ese pecho que no tomó. Mantener en un pecho al bebé más allá de veinte minutos no es una buena práctica, porque en general una vez transcurrido ese tiempo, el bebé ya no succiona y simplemente usa el pezón para juguetear y relajarse.

Se debe cuidar bien la postura de lactancia, que ha de ser cómoda para la madre y para el niño. Se trata de una relación de amor, y ninguno de los dos debe sufrir.

Una madre que lacta debe tener en cuenta siempre que muchos fármacos pasan a leche, así que siempre habrá de consultar con el médico cuando vaya a consumir alguno.

Cuando una madre decide optar por la lactancia artificial se enfrenta también a multitud de dudas y de problemas, desde las marcas de leche a la preparación del biberón. La amplia gama de leches en el mercado ha ido aumentando y todas ellas han ido introduciendo mejoras en su composición. Se fabrican a partir de proteínas de leche de vaca. Entre el nacimiento y los seis meses el bebé deberá tomar una fórmula de inicio, pasando a la fórmula de continuación una vez superada esa edad, ya que sus necesidades cambian a lo largo de los primeros meses. Será entonces también el momento de empezar a comer algo más.

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