Cómo educar a tus hijos en el valor de la solidaridad

Pautas para enseñar a los niños a ser solidarios

La solidaridad es un valor fundamental en la educación de nuestros hijos. Como padres debemos hablarles de la importancia de ayudar a los demás y de compartir. Y también, por qué no, de sentirnos mejor con nosotros mismos, porque dar es tanto o más satisfactorio que recibir, y educar a nuestros hijos en este sentimiento es beneficioso para ellos y para la sociedad futura.

Porque todos tenemos más o menos claro que debemos enseñar a nuestros hijos a compartir, así lo hacemos (o intentamos hacerlo) en casa con la familia, en el colegio con los compañeros y en el parque con cualquier amiguito. Sin embargo, en ocasiones las palabras no bastan... ¿Cómo inculcar este sentimiento en nuestros hijos a una mayor escala? Te trasladamos una serie de ideas y pautas para educar a tus hijos en el valor de la solidaridad.

Claves para enseñar a tus hijos el valor de la solidaridad

Educar en la solidaridad

La forma más evidente y también la más eficiente de educar a nuestros hijos para ser solidarios es predicar con el ejemplo. No podemos decir a nuestros hijos que presten sus juguetes si nosotros no hacemos lo propio con nuestras cosas (libros, enseres, gadgets...).

Es bueno que nos acompañen, por ejemplo, a elegir regalos para alguien, por un cumpleaños o unas fiestas, pero también sin motivo aparente, por el simple hecho de hacerlo; o que nos vean prestar y tomar prestadas cosas de otras personas desinteresadamente. 

Del mismo modo, aprenderán a compartir su tiempo si nosotros también lo hacemos.

Hay muchas actividades de voluntariado que pueden realizarse en familia para que, desde muy pequeños, se vayan familiarizando con este mundo de la solidaridad, desde ayudar a limpiar el monte o la playa hasta acompañar o hacer recados para algún vecino que esté solo.

En la misma línea, para educar en solidaridad puede ser muy positivo apadrinar a un niño desfavorecido, alguien a quien puedan poner cara, con quien se puedan escribir o hablar e, incluso, en un momento dado, conocer. De este modo estaremos también trabajando con ellos la empatía: poder saber cómo se sienten otras personas y ponernos en su lugar para entender sus reacciones y formas de actuar.

Pequeños (no tan pequeños) gestos de la vida cotidiana nos pueden ayudar a inculcar estos valores:

Libros y cuentos para educar en la solidaridad

Historias clásicas o muy modernas, en formato papel o digital. También hay muchas leyendas tradicionales que les muestran el valor de la amistad, de que a veces ?solo no puedes, pero con amigos sí?, de la escucha y la ayuda. Mejor si los leemos juntos, porque así además estaremos dedicándoles tiempo y mostrándoles que las mejores cosas no son las materiales.

Deportes de equipo para aprender a ser solidarios

Además de todos los aspectos positivos del deporte (bienestar, orden, disciplina, sacrificio para conseguir un objetivo), si el deporte que practican es de equipo aprenderán también a que cada pieza de un engranaje cumple una función, y que todas ellas son igualmente importantes. De nuevo, trabajar en equipo codo con codo con otras personas y esforzarnos.

La tecnología al servicio de la solidaridad

Con las limitaciones propias de cada edad, y siempre cuidando que el tiempo de pantalla sea limitado y coherente, las nuevas tecnologías pueden aportar mucho en el mundo de la solidaridad. Para empezar, gracias a Internet es posible ver el mundo, ¡todo el mundo!, conocer otras culturas e incluso interactuar con personas de otros lugares. Desde muy pequeños, además, pueden tener acceso a aplicaciones educativas que incorporen estos temas como algo cotidiano e incluso divertido para ellos.

"Hacer limpieza" para ayudar a los desfavorecidos

Nada como un día de "orden en familia" para darnos cuenta de todo lo que tenemos, lo que nos "sobra" y lo que podemos compartir. Recomendaría practicar esta rutina un par de veces al año, tal vez verano y Navidad, y animar a los niños a que sean ellos quienes decidan qué juguetes, ropa o enseres pueden donar y cómo harán a otros niños tan felices como lo han sido ellos antes con esas mismas cosas.

Un poco de nuestro tiempo para los que tienen menos

Cuando son un poco más mayores también pueden dedicar una o dos horas de su tiempo a dar clases en algún centro de refugiados o de niños sin hogar que esté cerca de casa (muchas parroquias y asociaciones de vecinos, sin recursos financieros, suelen gestionar actividades de este tipo en las que están encantados de contar con toda la ayuda que se les ofrezca), a prestar servicios en el barrio o en el municipio, y hasta a viajar a otros lugares con el único fin de ayudar. Os puedo asegurar que la experiencia les enriquecerá y les cambiará para siempre.

Conclusión

Según declara Naciones Unidas, la solidaridad de sus miembros es fundamental para mantener la paz y seguridad internacionales. Si empezamos desde abajo, desde cada uno de los hogares del mundo, este objetivo estará un poco más cerca para la generación de nuestros hijos.

También las empresas podemos contribuir a esta causa. En nuestro caso, incorporamos en nuestra plataforma online de enseñanza de inglés para niños en edad temprana diferentes canciones y contenidos sobre el cuidado del planeta, la importancia del compañerismo y las emociones de los niños, ¡todo suma!

Los niños de hoy, como los adultos de mañana que serán, han de ser educados en valores si queremos un mundo futuro mejor, no para nosotros, sino para ellos mismos.

Rhona Anne Dick
Directora de Experiencia de Aprendizaje.

 


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