¿Qué tipo de libros deben leer los jóvenes?

Cuando era pequeña, en nuestra pandilla, pasó de mano en mano un libro que contaba la historia de un chico de ciudad, paliducho y enfermizo, a quien enviaron a recuperarse al campo. Desde el mayor al benjamín, todos nosotros, niños bien sanos, lloramos a lágrima viva con este melodrama cuando nos llegó el turno de leerlo. Por la misma época, circulaba El Principito , que a nuestros padres les entusiasmaba, pero que a nosotros no nos gustaba tanto. Bastantes años después, en una reunión con especialistas de literatura juvenil, se me ocurrió citar este entra.able recuerdo de lectura. ¡Qué gran error! Su autora, que firmaba con seudónimo, había perpetrado más de un centenar de novelas sentimentales o infantiles mediocres, que no valía la pena rescatar del olvido. Habría sido mejor citar El Principito , pero aquel melodrama infantil era tan emocionante...

Hoy estoy segura de que los niños no corren demasiado riesgosi caen en sus manos libros que se consideran de escaso valor literario o de dudosa originalidad, si bien, por supuesto, como editora, pongo toda mi energía en evitárselos. Una vez que un niño ha descubierto el placer que le puede proporcionar un libro, querrá encontrarlo en otro, y luego en otro... Y, poco a poco, se abrirá paso en esta selva inmensa que es la literatura. Un día encontrará el libro que marcará la diferencia y también la ayuda que necesita para encontrarlo, sea la de un bibliotecario, un profesor, un amigo, sus padres, un pariente, un librero o... el azar. Dejemos que nuestros ni.os lean tranquilamente y de buena gana. La memoria es un tamiz eficaz que lleva a cabo una selección rigurosa.Después de todo, la práctica totalidad de los lectores nacidos entre 1950 y 1960 han descubierto el placer de la lectura gracias a las historias de Enid Blyton. ¿No es divertido imaginar que los actuales intelectuales, políticos, empresarios, artistas... han sido entusiastas seguidores de Los Cinco ? Y, además, leer no es una cuestión de cantidad:un solo libro puede cambiar una vida, y quizás todos los demás no hayan servido más que para abrir el apetito...

¿Hay que «tener miedo» a los cómics?

Los cómics se encuentran entre las lecturas habituales de niños y adolescentes, pero a menudo inquietan a los padres. Para los niños de entre ocho y catorce años, el cómic es una garantía de diversión porque con frecuencia está en clave de humor, porque tiene muchas imágenes y diálogo, y porque sus protagonistas son personajes fijos con los que los lectores se reencuentran en cada tomo, o cada mes si están suscritos a una revista. El cómic juvenil está en plena revolución desde el éxito cosechado por el manga, cómic de origen japonés ya convertido en un clásico: en octubre de 2012 se celebró el vigésimo aniversario de la edición en castellano de Ball Dragon o Bola de Dragón, el manga más famoso en España.

En rigor, no se puede considerar el universo del cómic como un camino erróneo para convertirse en lector. La lectura de la imagen y la descodificación de los códigos visuales no son tarea sencilla (orden de lectura de los bocadillos, textos concisos, elipsis en la narración...). El cómic consolida los mismos actos relacionados con la lectura que el resto de los libros: frecuentación de los lugares donde están los libros, asociación del objeto impreso con la idea segura de placer, concentración, segmentación en subgéneros literarios diferentes (policiaco; ciencia ficción; ficción histórica, fantástica o heroica...). Y, además, hasta los protagonistas menos «correctos» contribuyen más de lo que parece a poner palabras a las inquietudes y los miedos de sus lectores.

Marie Lallouet
Texto extraído del libro 'A mi hijo no le gusta leer, ¿qué puedo hacer?'
© Bayard Éditions, 2007.


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