Consejos para contarle un cuento a tus hijos

¡Conviértete en el cuentacuentos perfecto!

A todos los padres y madres les toca alguna vez, ¡o muchas veces!, convertirse en cuentacuentos. Y el hecho de que el niño o la niña ya sepa leer no los exonera de esa «obligación» tan agradable: el placer de escuchar un cuento es el mismo a los 4 años, a los 5 o a los 8. Y sigue siendo un estímulo idóneo para aficionar a los niños a leer.

¿Hay una fórmula secreta para ser un buen cuentacuentos? La hay:

  1. El ingrediente fundamental es lo que se va a leer: el libro, el cuento de su revista... Debe elegirse de acuerdo con los gustos del niño. Lo mejor es que lo elija él, aunque siempre pida el mismo (algo encuentra en esa historia que le reconforta, aunque no pueda ni explicárselo ni explicárnoslo). Si el niño no se decanta por uno u otro tipo de historias, lo mejor es ofrecerle una buena variedad para que vaya perfilando sus gustos. En este caso, una suscripción a una buena revista infantil puede ser un acierto: la revista llega cada mes a casa, a su nombre (lo que le hace mucha ilusión) y le ofrece un abanico muy amplio de posibilidades en un mismo ejemplar. También conviene que vaya regularmente a la biblioteca del colegio o del barrio o a la librería y hojee a su gusto y se deje aconsejar.

  2. El texto, como en cualquier obra de teatro, es la base, pero la interpretación puede ser la clave del éxito o el fracaso de la obra. Cuando el padre o la madre lee o cuenta un cuento, tiene que poner la voz, las modulaciones, los cambios de tono, tiene que poner los gestos, las manos, las piernas, los pies... ¡tienen que poner el corazón! Ante su hijo o su hija, el padre o la madre se convierten en magos capaces de fascinarlos. Ya es mucho para ellos que papá o mamá les dedique ese tiempo en exclusiva. Pero, además, les encanta que, por unos minutos, pierdan su papel de padre o madre responsable y sensato y se conviertan en un actor cómico o dramático. Si se pone el empeño, el éxito está asegurado.

  3. Hay que encontrar el momento adecuado. No siempre es el que le viene bien a los padres. A veces el niño está cansado o nervioso, y necesita relajarse de otro modo, jugando y corriendo en el parque.

Habrá un momento en que nos pida que le contemos el cuento de siempre ¡otra vez! o uno nuevo. El final del día, justo antes de dormir, es un momento mágico: el niño se prepara para conciliar el sueño, podemos bajar un poco el nivel de la luz y disfrutar tanto como él con nuestra interpretación.

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