Cómo sobrevivir a la adolescencia de los hijos

Pautas de diálogo para los problemas de padres e hijos

'Disfrútalos ahora porque, cuando lleguen a la adolescencia, se acabó'”. Advertencias como ésta unidas a la imagen social que se tiene de los adolescentes como irresponsables, rebeldes y conflictivos hacen que a muchos padres se les pongan los pelos de punta cuando sus hijos inician la pubertad. Los hijos adolescentes pueden turbar la paz familiar y suponen un nuevo reto en la educación de los hijos. Te ofrecemos algunos consejos esta nueva etapa.

Las dificultades de la adolescencia

Diálogo con adolescentes


Es raro el padre que no se enfrenta a la adolescencia de sus hijos con preocupación. Pero ni el hogar tiene por qué convertirse en un campo de batalla durante ese decisivo periodo de la vida de los hijos ni la adolescencia puede reducirse a la imagen tan negativa que de ella difunden los medios de comunicación. Los adolescentes son noticia cuando delinquen, acosan a sus compañeros en el colegio o practican “el botellón”, pero no cuando dedican, por ejemplo, parte de su tiempo libre a colaborar como voluntarios en ONG, pese a que entre los rasgos de esta edad también figuran la generosidad, el idealismo y un enorme interés por lo que es justo y correcto.

La doble verdad de los adolecentes

“Si hay algo más difícil que ser adolescente, es ser padre de un adolescente”. La frase esconde una doble verdad. La adolescencia es una etapa tumultuosa. La niñez queda atrás pero la edad adulta aún está lejos. A los cambios físicos de la pubertad (menstruación, barba, cambio de la voz, vello…) con que se inicia ese tránsito se unen una serie de transformaciones psicológicas, sociales e intelectuales que conducen al joven a un permanente estado de ansiedad. Crece en la confusión y las contradicciones, con altibajos emocionales; está tratando de forjar su propia identidad y alcanzar la independencia. Y ésa no es una tarea fácil. Pasar de la seguridad de la infancia a asumir cada vez más responsabilidades es todo un reto que se traduce en una nueva forma de relacionarse con sus padres, en un momento en el que éstos también inician una etapa vital decisiva.

Diferencias de edad

Las primeras espinillas de los hijos suelen aparecer al tiempo que las primeras arrugas en la cara de los papás. El adolescente piensa en términos de futuro y en las enormes posibilidades que se abren ante él cuando los padres empiezan a evaluar el tiempo que les queda y las oportunidades perdidas. Los hijos van ganando fortaleza mientras los padres empiezan a ser conscientes de sus propias limitaciones… Y ceder poder en estas circunstancias tampoco es sencillo. Sobre todo porque con la pérdida de poder llegan también el agridulce sentimiento de no ser ya necesario y una cierta sensación de pérdida. Habituados a dirigir y organizar la vida de los hijos sin que hasta entonces nadie haya cuestionado sus decisiones, los padres del adolescente tienen que vérselas con alguien que no solo se rebela contra ellos sino que, a veces, parece disfrutar llevándoles la contraria. Pero es fundamental no perder la perspectiva, porque una parte importante del desarrollo del adolescente consiste precisamente en separarse de sus padres –sobre todo de aquel al que hasta entonces estaba más unido–, lo que se manifiesta en continuas discrepancias y una necesidad de pasar menos tiempo con ellos en beneficio del grupo de amigos, cuya influencia va ganando terreno en detrimento de la de los padres.

Presta atención al adolescente

Los padres, especialmente los que se han dedicado en cuerpo y alma a sus hijos durante su infancia, pueden experimentar un sentimiento de pérdida cuando los niños dejan de serlo. Los hijos van necesitándolos menos y retándolos más, y ese es un momento para ocuparse también de ellos mismos. Dedicarse algo de tiempo, si es posible cada día, renovará su energía y los ayudará a no perder la perspectiva. Hablar con amigos, disfrutar de aficiones y de las horas de ocio los ayudará a llenar ese vacío, sin olvidar atender a sus relaciones de pareja, porque muchos matrimonios se resienten debido al estrés generado durante esta etapa del desarrollo de los hijos. Los padres deben cuidar de sí mismos para garantizar la estabilidad familiar que necesita el adolescente durante esos turbulentos años de su vida.

El diálogo sobre todos los temas

Andrés fue hace unas semanas al teatro con el colegio. La obra elegida se titulaba Sexo seguro, seguro sexo, un montaje de claro contenido didáctico con el que el centro escolar pretendía reforzar la educación sexual de sus alumnos de tercero de la ESO (14 años). Por la noche, en casa, su madre le preguntó a Andrés por la representación, si le había gustado, si había sido divertida, etc. Cuando le tocó el turno al argumento de la obra, la respuesta de Andrés fue concisa, pero satisfactoria para su madre: “De nada que no supiera ya.… De nada de lo que no me hubieras hablado tú antes”.

Ira y agresividad en la adolescencia

La ira es un sentimiento normal y, a veces, otros como la frustración, la culpabilidad o la confusión pueden expresarse de forma airada. Crecer no es fácil y, en el proceso de separación de sus padres, los adolescentes pueden mostrarse irascibles, pero de los padres depende muchas veces canalizar esa ira para que la expresen de forma no agresiva. Lo primero es dejarles claro que los gritos, los golpes y otras formas de agresión son inaceptables. Después, no perder la calma, porque lo último que necesita un adolescente fuera de control es un padre fuera de control. Si ha hecho algo mal, hay que hablar con él centrándose en su comportamiento y no en su personalidad, y escucharle, tratando de indagar en los sentimientos que se esconden tras su actitud. C.P.

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