Poemas de Gustavo Adolfo Bécquer para niños y adolescentes

Selección de poesía para niños y jóvenes de grandes autores

Gustavo Adolfo Bécquer, cuyo nombre real era Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, fue un poeta español perteneciente al romantivistmo. Aunque ya en vída logró cierto éxito, no fue hasta después de su muerte que su obra ganó el prestigio que merecía. Su obra sigue siendo hoy en día estudiada en los colegios  y, tanto sus Rimas como sus Leyendas, son casi lectura obligada. 

En conmishijos.com hemos recogido algunas de las poesías más bellas y conocidas de Gustavo Adolfo Bécquer para que tus hijos o tus alumnos puedan leerlas. Esperamos que disfrutes con esta selección de poemas de Gustavo Adolfo Bécquer para niños y adolescentes.  En ellas los temas centrales son el amor y la muerte.

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Bellos poemas de Bécquer para niños y adolescentes

Poemas de Gustavo Adolfo Bécquer para niños y jóvenes

Rima XXX

Asomaba a sus ojos una lágrima

y... mi labio una frase de perdón;

habló el orgullo y enjugó un llanto,

y la frase en mi labio expiró.

Yo voy por un camino, ella por otro;

pero al pensar en nuestro mutuo amor,

yo digo aún: ¿Por qué callé aquel día?.

Y ella dirá: ¿Por qué no lloré yo?. Es cuestión de palabras, y, no obstante,

ni tu ni yo jamás,

después de lo pasado convendremos

en quién la culpa está

¡Lástima que el amor un diccionario

no tenga donde hallar

cuando el orgullo es simplemente orgullo

y cuando es dignidad!

El arpa olvidada

De su dueña tal vez olvidada,

silenciosa y cubierta de polvo,

veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,

como el pájaro duerme en las ramas,

esperando la mano de nieve

que sabe arrancarlas!

¡Ay!, pensé, ¡cuántas veces el genio

así duerme en el fondo del alma,

y una voz como Lázaro espera

que le diga "¡Levántate y anda!"

Los suspiros son aire y van al aire

¡Los suspiros son aire y van al aire!

¡Las lágrimas son agua y van al mar!

Dime, mujer: cuando el amor se olvida,

¿sabes tú a dónde va?

Volverán las oscuras golondrinas

Volverán las oscuras golondrinas

en tu balcón sus nidos a colgar,

y otra vez con el ala a tus cristales

jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban

tu hermosura y mi dicha a contemplar,

aquellas que aprendieron nuestros nombres...

ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas

de tu jardín las tapias a escalar

y otra vez a la tarde aún más hermosas

sus flores abrirán.

Pero aquellas cuajadas de rocío

cuyas gotas mirábamos temblar

y caer como lágrimas del día...

ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos

las palabras ardientes a sonar,

tu corazón de su profundo sueño

tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas

como se adora a Dios ante un altar,

como yo te he querido... desengáñate,

nadie te querrá.

Rima LXVII

¡Qué hermoso es ver el día

coronado de fuego levantarse,

y a su beso de lumbre

brillar las olas y encenderse el aire!

¡Qué hermoso es tras la lluvia

del triste Otoño en la azulada tarde,

de las húmedas flores

el perfume aspirar hasta saciarse!

¡Qué hermoso es cuando en copos

la blanca nieve silenciosa cae,

de las inquietas llamas

ver las rojizas lenguas agitarse!

¡Qué hermoso es cuando hay sueño

dormir bien... y roncar como un sochantre...

y comer... y engordar... ¡y qué fortuna

que esto sólo no baste!

Rima XXIII

Por una mirada, un mundo,

por una sonrisa, un cielo,

por un beso... yo no sé

qué te diera por un beso.

¿Qué es poesía?

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas

en mi pupila tu pupila azul.

¡Qué es poesía!, ¿Y tú me lo preguntas?

Poesía... eres tú.

Rima XLIX

Alguna vez la encuentro por el mundo

y pasa junto a mí

y pasa sonriéndose y yo digo

¿Cómo puede reír?

Luego asoma a mi labio otra sonrisa

máscara del dolor,

y entonces pienso: -Acaso ella se ríe,

como me río yo.

Rima II

Saeta que voladora

cruza, arrojada al azar,

y que no se sabe dónde

temblando se clavará;

hoja que del árbol seca

arrebata el vendaval,

sin que nadie acierte el surco

donde al polvo volverá.

Gigante ola que el viento

riza y empuja en el mar

y rueda y pasa y se ignora

qué playa buscando va.

Luz que en cercos temblorosos

brilla próxima a expirar,

y que no se sabe de ellos

cuál el último será.

Eso soy yo que al acaso

cruzo el mundo sin pensar

de dónde vengo ni a dónde

mis pasos me llevarán.

Rima XLVII

Yo me he asomado a las profundas simas

de la tierra y del cielo,

y les he visto el fin o con los ojos

o con el pensamiento.

Mas ¡ay! de un corazón llegué al abismo

y me incliné un momento,

y mi alma y mis ojos se turbaron:

¡Tan hondo era y tan negro!

Rima XLVIII

Como se arranca el hierro de una herida

su amor de las entrañas me arranqué,

¡aunque sentí al hacerlo que la vida

me arrancaba con él!

Del altar que le alcé en el alma mía

la Voluntad su imagen arrojó,

y la luz de la fe que en ella ardía

ante el ara desierta se apagó.

Aun para combatir mi firme empeño

viene a mi mente su visión tenaz...

¡Cuándo podré dormir con ese sueño

en qué acaba el soñar!


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