Niños con aptitudes musicales que no quieren desarrollarlas

Niños que no quieren estudiar música

Hay niños que tienen excepcionales aptitudes musicales, que poseen una habilidad innata para el ritmo, para reconocer e imitar melodías, niños con una sensibilidad especial para los sonidos ambientales, con una voz armoniosa para el canto….

Con estas cualidades, los padres deciden ayudar al desarrollo del talento de su hijo y apoyarlo poniendo a su disposición los recursos apropiados: instrumentos, clases y actividades musicales. Sin embargo, puede llegar un momento en que el niño no tenga la suficiente motivación para continuar con esa práctica tan rigurosa.

Niños con aptitudes musicales que no quieren desarrollarlas

Qué hacer si el niño no quiere estudiar música

En primer lugar, hay que plantearse que tal vez ha llegado el momento de reflexionar sobre el objetivo que perseguimos con tanta dedicación. Si únicamente obedece a un acom­paña­miento del hijo en una disciplina que le sirve como entretenimiento, no tiene sentido continuar cuando al niño la actividad ya no le resulta placentera. Si lo que queremos en realidad es potenciar la creatividad, se le puede propo­ner otra actividad igualmente creativa, como la pintura o la danza.

En segundo lugar, los padres tienen que analizar las causas de la pérdida de interés por parte del niño. Si el motivo se debe a que la práctica de la actividad le supone un esfuerzo excesivo para compatibilizar con el colegio, cabe plantearse si es necesario tanto esfuerzo.

Hay que tener presente que, para sobresalir realmente en algo, se necesita la confluencia de diversos factores: motivación, apoyo familiar o de un maestro, recursos apropiados y práctica rigurosa, perseverancia, muchísima dedicación y afán de logro, además de suerte y oportunidades.

Si el niño «abandona» por ser en exceso crítico consigo mismo, ayudará plantearse qué hay debajo de esa exigencia o quién está detrás de ella. Y preguntarse con honestidad si se está dando prioridad a la excepcionalidad en detrimento de un niño equilibrado y tranquilo, en condiciones adecuadas para otros aprendizajes que le corresponden a su edad y que son necesarios y claves.

A veces, sin darnos cuenta, los adultos estamos profundizando en su madurez intelectual, relegando a un segundo pla­­no su madurez personal, psicológica y afectiva. No podemos obviar la necesidad del niño de sentirse aceptado por su grupo de iguales, lo que obtiene participando en juegos en el parque, en actividades deportivas, en fiestas socia­­les, etc. Quizás éste sea el motivo del «repentino» rechazo de la actividad que estaba siguiendo: el hecho de que la dedicación a esa actividad le impide hacer lo que el resto de sus amigos hacen.

Motivos para abandonar

Si los horarios son tan extensos que le están impidiendo descansar lo necesario para procesar todos esos conocimientos adecuadamente, o no le dejan participar en la vida familiar, los padres deben evaluar la posibilidad de continuar con ese aprendizaje en otro momento de la vida más apropiado, o en el que demande o necesite menos de sus hermanos, de sus abuelos, de los amiguitos, etc.

Un argumento bastante tranquiliza­­­­dor para abandonar una actividad para la que se está dotado es que, si se es creativo, se puede ser ingenioso y original en otra actividad. Y si lo que queremos es potenciar la inteligencia, no podemos perder de vista los siete tipos de inteligencia a los que hacía referencia Howard Gardner: lingüís­­tica, lógico-matemática, viso-espacial, musical, psicomotriz, interpersonal e intraper­sonal.

Conviene buscar un equilibrio y un mo­mento adecuado. Se puede ser muy feliz interpretando una partitura y muy infeliz al no tener con quién compartirla. Rectificar es de sabios: hagamos de la crisis una oportunidad de mejora.

María del Mar García Orgaz. Psicóloga infantil.

Artículos relacionados

Comentarios (1)

11 ene 2013 12:31 Ines Saavedra

Hola Maria del Mar, soy Inés Saavedra, cantante, compositora y productora . Dentro de mis propuestas, llevo una lúdico-didáctica de música infantil (Epi epi A!) en la que los niños participan activamente de diferentes maneras durante todas las canciones.
Primero que nada quería darte la enhorabuena por el pedazo de artículo que publicaste. Comparto al 100% tus palabras y me gustaría recalcar en particular la importancia de la influencia que tiene un buen profesor de música para que un niño con talento no abandone antes de tiempo.
Si bien es cierto que más tarde podrá retomar las clases de música (si su vocación es fuerte), siempre será mejor adquirir los conocimientos teóricos a una temprana edad cuando todavía son como esponjas y no se cuestionan tantas cosas como cuando ya son adultos.
Yo he pasado por esa experiencia de niña, y abandoné el conservatorio antes de tiempo por culpa de prácticas obsoletas y arcaicas en los que el solfeo se hacía en un pizarrón como si se tratara de ejercicios de matemáticas y en los que el aprendizaje de un instrumento se limitaba a la lectura y memorización de partituras siendo penalizada la creatividad o la improvisación.
Por suerte en mi caso, eso no afectó porque yo desde siempre supe que quería hacer mis canciones y de "grande" retomé los estudios en lo que me interesaba (canto y guitarra).
Sin embargo, en la mayoría de los casos estoy segura de que si hubo un acercamiento posterior fue como hobbie en lugar de haber sacado el máximo jugo a su talento. Una pena para quienes pudimos haber disfrutado de ellos en toda su magnitud y para ellos mismos, de haber disfrutado al máximo de ese talento.
En fin, simplemente quería compartir que para mi el rol del "mentor" es esencial en un niño para ayudar a que la motivación no decaiga y podamos hacer que nuestros niños saquen lo mejor de si en la veta donde le vemos que destacan.