¡Me lo pido!

Atractivos escaparates llenos de productos navideños, bombardeo continuo de anuncios publicitarios

La escena se repite cada año. Atractivos escaparates llenos de productos navideños, bombardeo continuo de anuncios publicitarios

Cuando Navidad se acerca el gasto medio de las familias se dispara. Dispendios en comida, ropa, regalos, juguetes, viajes

Son fechas que predisponen a realizar muchos gastos, la mayoría de las veces innecesarios. Las cifras del derroche son terribles, sobre todo si se tienen en cuenta los millones de personas que no pueden ni siquiera alimentarse.

Stop a la tolerancia material

«La publicidad incita a desear objetos que no necesitamos, y una vez que los conseguimos, a anhelar otros diferentes. No permite estar nunca realmente satisfecho, siempre se quiere seguir comprando y comprando». «¡Me lo pido!», dicen los críos frente al televisor, los escaparates o los catálogos. Los niños son como esponjas y absorben toda la información que los rodea. La publicidad abusa de la ingenuidad infantil y les crea continuamente necesidades. Como consecuencia piden todo lo que ven anunciado y lo peor es que los padres suelen comprárselo. Los adultos debemos defender ante ellos con nuestro ejemplo actitudes y comportamientos de moderación y austeridad, para dotarlos del sentido de la realidad y la proporción. Disminuir nuestros gastos personales y la ostentación social, además de desarrollar el espíritu de solidaridad, sería un ejemplo eficaz. Conseguir todo lo que deseen o creer que pueden conseguirlo incide negativamente en la vida social y emocional de los niños. Los convierte en personas inseguras, caprichosas y con dificultad para compartir.

Fomentar la austeridad

No consumir más de lo necesario no es tarea fácil. El que tiene niños lo sabe muy bien. Pero además esta actitud que debería ser normal en nuestra vida, en fechas como la navidad, debe acentuarse, ya que es cuando más presión recibimos del entorno. Por supuesto, no hay que dar al niño todo lo que pide, pero tampoco hay que negarle absolutamente todo, puede convertirle en una persona frustrada. Hay que aconsejarle y negociar con él, razonando nuestro criterio. Así, por ejemplo, si se asiste a una feria, el niño podrá comprar una figurita o un detalle para llevar a casa, o, a la hora de escribir la carta a los Reyes Magos, deberá limitar el número de peticiones. Lo que el niño quiere y lo que le conviene son a menudo cosas diferentes.

Generosidad y solidaridad

Es conveniente explicarle que a su alrededor hay personas con carencias, para que considere las necesidades de los demás. Aunque para él no es nada fácil ponerse en el punto de vista del otro, será de gran ayuda proporcionarle a lo largo de su infancia modelos adecuados en los que se compartan no solo pertenencias materiales, sino también nuestro escaso tiempo, sentimientos, experiencias? con los demás. Involucrar al niño en una campaña de juguetes del barrio o de la parroquia ?explicándole que es una forma de obsequiar a otros niños que quizás no tengan su misma suerte? le ayudará a interiorizar el valor de la solidaridad. Pero, cuando son muy pequeños, es importante elegir al principio objetos o juguetes por los que no sienta demasiado apego, para que pueda disfrutar con alegría de la grandeza de ser generoso.

Pautas prácticas para favorecer el consumo responsable

* Mantenerse dentro de los límites de un presupuesto fijado previamente e involucrar a los niños en las compras para que sean conscientes del valor de las cosas. * Elaborar una lista detallada de compras y ajustarse a ella, para evitar adquirir de forma impulsiva productos innecesarios a última hora. * Confeccionar personalmente todo lo que sea posible, como los preparativos culinarios (por ej. pelar las uvas), adornos navideños, tarjetas de felicitación o incluso regalos. * Buscar y comparar precios y calidades. * Limitar el tiempo que pasan los niños frente a la pantalla y comentar con ellos los anuncios publicitarios. * Regalar cosas útiles o que realmente se vayan a disfrutar. Lo más grande o lo más caro no es necesariamente lo mejor. * Planificar actividades adecuadas a cada edad y de forma que el tiempo libre salga lo más barato posible (por ej. actividades subvencionadas por los ayuntamientos o que no impliquen ir de compras). * Sonreírle, agradecerle o valorar sus esfuerzos le motivará a seguir teniendo pequeñas iniciativas. No encapricharse de todo lo que ve o compartir sus cosas es difícil para ellos. Virginia González. Psicóloga y profesora de Educación Infantil

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