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Mi hijo no quiere hacer caca. Un problema más común de lo que parece

Cómo afrontar este miedo infantil con calma y cariño


Publicado por Patricia Fernández, bloguera y periodista especializada en ocio y tiempo libre
Creado: 24 de junio de 2025 09:35 | Modificado: 24 de junio de 2025 10:21


El momento de dejar el pañal, aprender a usar el orinal o el váter, y empezar a controlar las rutinas del cuerpo es un gran paso en el desarrollo infantil. Pero no siempre ocurre de forma fluida. En algunos niños, este proceso puede convertirse en un reto lleno de miedo, ansiedad y resistencia. Especialmente cuando se trata de defecar. Si tu hijo se niega a hacer caca, llora, aprieta los glúteos o se retuerce para aguantarse, no estás solo: se trata de una fase más común de lo que parece, y con el acompañamiento adecuado, también puede superarse con éxito.

Mi hijo no quiere hacer caca

¿Por qué algunos niños tienen miedo a hacer caca?

Un proceso evolutivo más común de lo que imaginamos

Aunque puede sorprendernos como adultos, en la infancia el miedo a hacer caca no es tan extraño. Lo habitual es que aparezca entre los dos y los cuatro años, coincidiendo con la retirada del pañal. Sin embargo, también puede surgir en otras etapas, incluso en la adolescencia, aunque con menor frecuencia.

Este miedo suele ser la mezcla de varios factores:

  • Cambio de rutina: dejar el pañal implica un cambio enorme en la percepción del cuerpo y de su control.
  • Dolor previo: muchos niños desarrollan fobia después de haber sufrido estreñimiento o alguna defecación dolorosa.
  • Vergüenza o rechazo: pueden sentir que lo que sale de su cuerpo es sucio o malo.
  • Sensación de pérdida: algunas teorías apuntan a que los niños perciben la caca como algo propio, y expulsarla genera cierta angustia.

El círculo vicioso del miedo al dolor

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Uno de los principales factores que perpetúan este miedo es el dolor. Si el niño ha tenido una experiencia desagradable, una caca muy dura, un pequeño desgarro o sangrado, es lógico que no quiera repetirlo. Así, empieza a retener, lo cual empeora el estreñimientoy vuelve el dolor aún más intenso. Y cuanto más dolor, más miedo, entrando en un círculo difícil de romper.

Además, esta evitación suele venir acompañada de comportamientos físicos muy visibles: se encogen, cruzan las piernas, aprietan los glúteos, se quejan o incluso lloran si se les lleva al váter. En algunos casos, el miedo se extiende al propio orinal o al WC.

¿Qué podemos hacer desde casa?

1. Comprensión antes que presión

Es importante que los adultos entiendan que este miedo no es un capricho ni una manía. El niño lo vive como una angustia real. No debemos forzarle, ni chantajearle ni castigarle. La clave es acompañar y generar un entorno seguro y confiado.

Frases como:

  • "No pasa nada, ya lo harás cuando estés preparado"
  • "Cuando tengas ganas, me avisas y vamos juntos"
    son mucho más eficaces que cualquier presión.

2. Hablar del tema con naturalidad

Los niños necesitan entender lo que les ocurre. Podemos explicárselo con cuentos, juegos o ejemplos: cómo todos los seres vivos hacen caca, por qué el cuerpo lo necesita, y que, aunque a veces duele, es algo momentáneo. Normalizar el proceso es esencial para quitarle el peso emocional.

3. Evitar el lenguaje negativo o excesivamente higienista

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A veces, sin darnos cuenta, transmitimos que la caca es algo asqueroso o sucio. Frases como "¡Qué peste!" o "No te manches" pueden dejar huella en su forma de entender su cuerpo. Es importante enseñar higiene sin generar vergüenza. Si se mancha, limpiamos con tranquilidad. Si no sabe limpiarse bien aún, le ayudamos sin reproches.

Recursos útiles para superar el miedo

1. Cuentos y juegos

Existen muchos cuentos infantiles que abordan de forma simpática el tema de ir al baño. Personajes de animales o muñecos pueden ayudar a los niños a verse reflejados y a reírse del proceso. También podemos inventar historias juntos, crear una "canción del váter" o hacer un juego de recompensas suave y respetuoso (una pegatina por cada intento, por ejemplo).

2. El acompañamiento durante el proceso

Cuando el niño tenga ganas, lo ideal es acompañarle, sentarnos cerca, contarle un cuento, dejarle su juguete favorito... La clave está en que no se sienta solo. Podemos usar un taburete para que apoye los pies y no esté en tensión. Y si no quiere, no pasa nada. Seguiremos ofreciendo ese acompañamiento día tras día, sin exigencia.

¿Cuándo acudir a un especialista?

Si el problema se alarga mucho en el tiempo, el niño no consigue hacer caca en varios días, o sufre un gran nivel de ansiedad, es conveniente consultar a un pediatra y, si es necesario, a un psicólogo infantil. No para "curar" nada grave, sino para recibir orientación personalizada y apoyo emocional.

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También se puede valorar si hay algún componente físico (fisuras, estreñimiento crónico, intolerancias...) que esté interfiriendo en el proceso. A veces, con una dieta rica en fibra y una buena hidratación, se alivia parte del problema.

Claves finales para las familias

  • Paciencia: cada niño tiene su ritmo. Comparar con otros solo genera frustración.
  • Escucha: a veces, con solo observar cómo reacciona o qué dice el niño, podemos comprender mejor el origen de su miedo.
  • Rutina: establecer un horario regular para sentarse en el orinal, sin presión, puede ayudar a generar hábito.
  • Premiar sin chantajear: celebrar los logros sin condicionar el cariño.

No es solo "hacer caca", es una conquista emocional

Acompañar a un niño que tiene miedo a defecar no es una tarea fácil, pero sí una oportunidad para enseñarle que las emociones, incluso las más incómodas, pueden afrontarse con amor y sin prisas. Con empatía, comprensión y un poco de humor, esta fase se superará, y el pequeño ganará en confianza, autonomía y bienestar.

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