Infecciones perianales

El absceso y la fístula anal son dos situaciones motivadas por una causa común en diferentes momentos evolutivos.

Dr. Jorge Baixauli Fons Especialista en Cirugía Digestiva Consultor Clínico. Departamento de Cirugía General y Digestiva CLINICA UNIVERSIDAD DE NAVARRA

ABSCESO Y FÍSTULA ANAL

¿Qué son?

El absceso y la fístula anal son dos situaciones motivadas por una causa común en diferentes momentos evolutivos. De esta forma, en la fase aguda se formaría un acúmulo de material purulento que se conoce como absceso anal. La evolución de este absceso mediante la formación de una comunicación entre el canal anal y la piel perianal, por la que emergería el pus, se conocería como fístula anal y representaría un paso más en la evolución de este proceso.

¿Cuáles son sus causas?

Descartadas otras etiologías específicas de infección (como enfermedad inflamatoria intestinal, tuberculosis, cuerpos extraños, tumores, traumatismos, tratamientos quimio-radioterápicos, etc.), en la actualidad se acepta que más del 90 por ciento de las infecciones del canal anal se originan en unas glándulas que se localizan en el espesor de éste.

¿Cuáles son sus síntomas?

En la fase aguda, es decir, en la formación del absceso, es típica la presencia de un dolor habitualmente de características sordas y continuas en la zona perianal, acompañado de fiebre, escalofríos, sobre todo en la fase más evolucionada. La presencia de una tumoración de aspecto inflamatorio rojizo y caliente en el margen del ano, es prácticamente diagnóstica de esta patología. Cuando el absceso ha evolucionado, una fase aguda más o menos sintomática, y da lugar a la formación de una fístula, es típica la presencia de un orificio en el margen anal por el que emerge material purulento.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico es sencillo y basta con la constatación de los síntomas y signos arriba descritos (fiebre, tumoración, rubefacción, emisión de pus, etc.). Sin embargo, cuando los abscesos se localizan en situación más profunda dentro del canal anal, no son tan evidentes sus manifestaciones clínicas. En estos casos, la realización de una ecografía endoscópica puede identificar la localización exacta del proceso infeccioso.

¿Cuál es el tratamiento?

El tratamiento de esta enfermedad es siempre quirúrgico, no siendo recomendable su demora, basándose en la toma de antibióticos o antiinflamatorios, por el riesgo de progresión y propagación de la infección. De este modo, ante la presencia de una clínica compatible con sepsis perianal (infección generalizada de origen perianal), es recomendable la realización de un drenaje y evacuación del material purulento bajo anestesia local o general, si el absceso es grande. En caso de la aparición secundaria de formaciones fistulosas, el tratamiento quirúrgico puede ser más o menos complicado en función de la localización de la fístula y debe hacerse de manera electiva y previo estudio y localización de los trayectos fistulosos, para proceder a su completa extirpación, con el objeto de no lesionar estructuras musculares con el riesgo de incontinencia que ello conllevaría.

QUISTE PILONIDAL

¿Qué es?

Se trata de una formación quística localizada en el surco interglúteo y que contiene formaciones pilosas en su interior. Normalmente permanecen asintomáticos y son diagnosticados cuando se complican mediante una infección secundaria, formando un absceso en esta localización.

¿Cuál es su causa?

En la actualidad está discutido si se trata de una etiología adquirida (crecimiento de un folículo piloso hacia el interior en vez de hacia el exterior) o congénita.

¿Cuáles son los síntomas?

Habitualmente los quistes pilonidales suelen permanecer asintomáticos, pudiendo descubrirse de forma accidental la presencia de pequeños orificios por los que emergen formaciones pilosas en el espacio comprendido entre ambos glúteos, línea media del sacro. Es, frecuentemente, a partir de la segunda-tercera década de la vida, cuando, debido a un proceso de sobreinfección de éste, se produce una clínica típica de un absceso en dicha localización, con tumoración, inflamación, dolor, etc.

¿Cuál es el tratamiento?

El tratamiento del quiste pilonidal se plantea cuando éste se complica y produce sintomatología. En su fase aguda, en caso de abscesificación, es recomendable el drenaje del material purulento para, en un segundo tiempo, proceder a la extirpación completa de la formación quística y de los trayectos fistulosos secundarios si es que existen.En función del mayor o menor tamaño del quiste y, por tanto de la mayor o menor extirpación de tejido, se puede proceder a un cierre del defecto creado o bien permitir un cierre por segunda intención, dejando la herida abierta, requiriendo curas posteriores.Con cualquiera de los dos métodos, existe un pequeño porcentaje de pacientes que presentan reaparición del quiste.

HIDROSADENITIS SUPURATIVA

¿Qué es?

Se trata de una infección aguda crónica de unas glándulas localizadas en la piel (glándulas apocrinas) que cursa con inflamación y formación de abscesos (colecciones de pus) y que se localizan en los sitios donde se encuentran estas glándulas (axilas, mamas, región genital, inguinal, perianal y cuero cabelludo).

¿Cuáles son sus síntomas?

Suele darse en la vida adulta ya que estas glándulas se activan durante la pubertad. El comienzo de la enfermedad puede ser insidioso con sensación de ardor, prurito, calor o aumento de sudoración y que, conforme se desarrolla el proceso inflamatorio, puede asociarse a aumento de tamaño de los ganglios linfáticos subcutáneos. Cuando evoluciona, se producen episodios de supuración y la evolución puede ser hacia la resolución y cicatrización espontánea o bien la aparición de recurrencias y remisiones cíclicas con la formación de induraciones, abscesos y cavidades profundas.

¿Cuál es el tratamiento?

El carácter recidivante de esta patología ha llevado a la recomendación de diferir la extirpación quirúrgica de las zonas afectadas como último procedimiento, intentando primero lograr la remisión mediante la administración de antibióticos y fármacos antiinflamatorios.Sin embargo, cuando estos fracasan, el mejor tratamiento es la extirpación de la piel del tejido subcutáneo afecto de modo que, en ocasiones, da lugar a amplios defectos que obligan a la realización de injertos cutáneos para su cierre.


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