Conversaciones con George Steiner

Profesor, crítico y teórico de la literatura y de la cultura, filósofo, escritor, semiólogo...

Aprender del "alumno"

Frente a la sobreabundancia de materiales dedicados a la educación, existen pequeñas joyas ocultas bajo otra categoría ­que pueden sernos de enorme utilidad en la ingente labor de construir la personalidad de un niño o una niña. Me refiero a Un largo sábado,de la colección "El ojo del tiempo" (Ed. Siruela), un libro que sintetiza las conversaciones que la reconocida periodista francesa Laure Adler mantuvo con George Steiner entre 2002 y 2014 para la realización de sus entrevistas.

En Un largo sábado se habla de la formación del carácter, el valor de los idiomas, la importancia del esfuerzo, el concepto de ciudadanía, las claves de la lectura... Es el legado de un hombre excepcional de la cultura contemporánea que, por encima de todo, quiere ser recordado como simple "alumno" de grandes maestros. Sus palabras nos servirán como guía de oro para la educación de nuestros hijos y para nosotros mismos.

A sus 88 años, en Un largo sábado, George Steiner habla de su vida. De su infancia marcada por un defecto congénito en el brazo izquierdo: "Mis primeros años fueron muy difíciles porque mi brazo estaba prácticamente pegado a mi cuerpo; los tratamientos eran muy dolorosos, iba de un sanatorio a otro". Pero su madre, en vez de compadecerse de él y mimarlo, le dijo: "¡Tienes una suerte increíble! Te librarás del servicio militar". Ese comentario, "¡Qué suerte tienes!", según Steiner, le cambió la vida. Y su madre no se equivocó. El joven George pudo empezar sus estudios superiores dos o tres años antes que sus coetáneos, que estaban haciendo el servicio militar.

La metafísica del esfuerzo

Cuenta George Steiner que le educaron en una época en la que no se daban "aspirinas ni caramelitos". Aunque ya había zapatos con cremallera, muy sencillos, su madre se empeñó en que aprendiera a atarse los cordones de los zapatos. "Gritaba, lloraba", pero al cabo de unos meses el pequeño George había aprendido a hacerlo. Y su madre también se empeñó en que se esforzara en escribir con la mano izquierda, la que tenía mal. Y se lo enseñó, hasta el punto de llegar a dibujar y pintar con ella. "Se trataba de una metafísica del esfuerzo, de la voluntad, de la disciplina y sobre todo de la felicidad, al considerar esta superación del sufrimiento físico en un enorme privilegio, fuente de una explosión de alegría y motivación para la realización de ciertos esfuerzos intelectuales".

¿Quién es George Steiner?

Para quienes no sepan nada de George Steiner, os diré que se trata de una figura de primer orden de la intelectualidad europea e internacional. Profesor, crítico y teórico de la literatura y de la cultura, filósofo, escritor, semiólogo...

George Steiner empezó trabajando como economista o "cronista-periodista-economista" en la revista británica The Economist,y cuenta con una larga trayectoria como colaborador en otras publicaciones periódicas como, por ejemplo, The Times Literary Supplement, The New York Times, The Observer, London Review of Books, Harper's Magazine...

Ha ejercido la docencia en prestigiosas universidades estadounidenses y europeas (Cambridge, Oxford...), siendo su ámbito de interés principal la literatura comparada. Su obra como crítico tiende a la exploración, con reconocida brillantez, sobre temas culturales y filosóficos de interés permanente. Sus ensayos han ejercido una importante influencia en el discurso intelectual público de los últimos cincuenta años. También ha escrito varias novelas y libros de poesía. En la editorial Siruela ha publicado una quincena de libros, de los que recomiendo vivamente Errata (1997), Lecciones de los maestros (2004) y Pasión intacta (1997). Entre los galardones recibidos a lo largo de su prestigiosa carrera se encuentra el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades de 2001.

En la contraportada de Un largo sábado aparece un comentario revelador sobre George Steiner publicado en el suplemento El Cultural del diario El Mundo realizado por el escritor y periodista Manuel Hidalgo: "Si se me permite la expresión, es una máquina de hacer pensar, un formidable mecanismo para estimular la opinión y el pensamiento de sus lectores".

"Invitado" del mundo

Para llevar a cabo esta ingente tarea Steiner ha sabido aprovechar su condición de políglota (traductor en francés, alemán, inglés, italiano, griego, latín, además de comprender el español y el portugués) y de ser trilingüe perfecto, ya que fue educado simultáneamente en alemán, francés e inglés. Así que se define como una "persona extraterritorial".

George Steiner y su mujer aseguran que lo más importante que tienen ahora en sus vidas son sus dos nietas, "dos perlas negras" que vienen de un orfanato de Hyderabad, en la India. Su hija Deborah, que es la profesora más joven de griego clásico en la universidad estadounidense de Columbia, y su yerno, que enseña letras clásicas, latín e historia de Roma en Princeton ?"¡un gran motivo de orgullo!", para Steiner- han adoptado a estas niñas.

Fascinantes para George Steiner son todas las nuevas culturas por descubrir: "Humani nihil a me alienum", como dijo el gran poeta latino Publio Terencio Africano: "Nada humano me es ajeno". "Uno puede sentirse en casa en todas partes. Dadme una mesa de trabajo y ya tengo una patria. Creo profundamente en el privilegio del encuentro con lo nuevo", señala en el libro.

"No conozco ninguna parte del mundo que no sea fascinante, en la que no valga la pena aprender la lengua o la cultura o intentar hacer algo interesante. El mundo es de una riqueza infinita. Si los hombres no aprenden a ser invitados los unos de los otros, acabaremos destruyéndonos, vamos hacia guerras religiosas, hacia terribles guerras raciales...".

A la pregunta de la periodista gala: "¿Se define usted como pensador judío?". Steiner da una respuesta escueta, cargada de sabiduría: "Alumno, me gusta ser alumno. Tengo maestros".

Amor por los idiomas

En cuanto a la vertiente políglota de Steiner, este confiesa que le viene de su padre quien pensaba que para una familia judía la supervivencia requería saber lenguas, todas las lenguas posibles.

"La idea de que enseñar varias lenguas a un niño puede provocar en él una especie de trastorno esquizofrénico me llena de rabia. [...] No hay nada peor que limitar a los niños a una sola lengua y decirles como se hace ahora: visto que el angloamericano está por todas partes, ¿para qué perder el tiempo con eso? [...] Pero es un desastre, porque la muerte de una lengua supone la muerte de un universo de posibilidades".

Steiner no cree en las lenguas maternas: "En el oeste de Suecia y en Finlandia se hablan desde el nacimiento dos lenguas completamente distintas y muy difíciles. En Malasia son tres; en Friuli [noreste de Italia]: romanche, italiano y austro-alemán. La supuesta naturalidad de los monolingüismos es una gran exageración". Y remarca: "Lejos de ser una maldición, la polifonía y el multilingüismo son una suerte extraordinaria. Cada lengua abre una ventana a un nuevo mundo".

"Si no fuera tan vago", reconoce nuestro intelectual, "yo mismo trataría de aprender una o dos lenguas más".

Elogio a la memoria

Según Steiner, en el mundo entero la oralidad ha sido siempre la forma natural de la enseñanza de la religión y de las narraciones de la memoria. "Se habla, se cuenta: la mayor biblioteca es la memoria". [...]

Y destaca: "Si sabes algo de memoria, nadie te lo puede quitar. Se queda dentro y crece y se transforma. Un gran texto que uno se sabe de memoria desde el instituto cambia con uno mismo, cambia con la edad, con las circunstancias, se comprende de otro modo."

El arte de la lectura

Para Steiner, la lectura requiere ciertas condiciones bastante especiales de las que la gente no suele darse cuenta:

1. Silencio

"Solo en silencio, en el silencio más absoluto posible, puede leerse una página de Pascal, de Baudelaire, de Proust o de quien sea".

2. Un espacio privado

"En casa, un cuarto, incluso pequeño, donde uno pueda estar con un libro, donde podamos entablar ese diálogo sin la presencia de otros en el mismo cuarto.... La música es el lenguaje de la participación, no la lectura.

Es verdad que se puede leer en voz alta, y deberíamos hacerlo mucho más a menudo. ¡Es un escándalo, el ocaso de la lectura en voz alta a los niños, e incluso entre adultos!" [...] "He tenido la gran suerte de que mi padre me leyera en voz alta antes de que comprendiera (ese secreto), antes de que lo captara todo".

3. ¡Tener libros propios!

"Tener una colección de libros propios, que te pertenecen, que no se tienen en préstamo, es crucial. ¿Por qué? Porque es esencial leer lápiz en mano". [...] "Hay que tomar notas, hay que subrayar, hay que luchar contra el texto, escribiendo al margen: '¡Qué estupideces! ¡Vaya ideas!'. No hay nada tan fascinante como las notas marginales de los grandes escritores. Es un diálogo vivo. Erasmo dijo: 'El que no tiene libros destrozados es que no los ha leído'". [...] "El hallazgo de un libro puede cambiar una vida. [...] La experiencia de un libro es la más peligrosa y la más apasionante que hay".

Las lecciones de la vida

Para finalizar, George Steiner expone en Un largo sábado una reflexión válida para todos. Una pequeña masterclass para nuestra vida:

"La vida nos trae lecciones nuevas e inesperadas cada mañana. ¡Y nos equivocamos sin cesar! Qué maravilla poder equivocarse ?es otra de las grandes libertades humanas?, y decirse: "¡He metido la pata!". Y así es como empieza el siguiente capítulo. El mayor privilegio, la mayor libertad, es no tener miedo de equivocarse".

Selección y adaptación del texto: Eva Frutos Lucas, Redactora Jefa de Bayard Revistas

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Comentarios (1)

21 sep 2017 05:25 Pablo Lomsacov

Esta es la forma de arreglar el
mundo !!!