Visita al médico: 5 claves para transmitir seguridad a los niños

Con estos sencillos consejos podremos atenuar el miedo de nuestros hijos a ir al médico.

Aunque cada vez es más frecuente encontrarse con salas y hospitales donde la parte dedicada a pediatría está decorada con dibujos, muñecos, colorines y cierto material para hacer más amable la estancia a los niños, podemos afirmar que uno de los miedos más extendidos entre los pequeños es el miedo a las "batas blancas" (ahora aún más acentuado por la existencia de las mascarillas); médicos y enfermeras que por muy cariñosos y voluntariosos que sean, no dejan de representar a alguien generalmente extraño que, de alguna manera, puede hacer pasar a los niños por una situación no demasiado agradable. Es cierto que algunos temores son bastante generales, casi todos los niños muestran cierto recelo por los médicos y enfermeras, sobre todo si recuerdan los momentos de las vacunas o inyecciones, y es muy común que los niños en el entorno de los 3 ó 4 años, con una imaginación a flor de piel y ya ciertas experiencias a sus espaldas, sientan que los médicos son más una amenaza que una ayuda.

¿Por qué aparecen estos miedos?

La combinación que se produce cuando el niño no sabe muy bien qué va a pasar cuando esté con el médico (puede que le separen de sus papás) y los típicos temores a los extraños en la edad , suponen una mezcla que precipita este tipo de miedos; tienen lugar sobre todo cuando existen unas experiencias previas que hayan dejado algunas secuelas, tales como una intervención quirúrgica que haya llevado consigo un periodo prolongado de convalecencia, un accidente... y también cuando los propios mayores utilizan la figura del médico como la del "coco" al que llevarán al niño si no come para que le pongan vitaminas con una jeringuilla. Así tal vez conseguiremos que el niño coma ese día, pero no le estamos haciendo un favor cara a los momentos en los que realmente tenga que acudir a consulta. Por otra parte, alguna película no adecuada para su edad, algún programa no apropiado para niños en los que se haga alguna referencia al mundo sanitario desde una óptica morbosa o agresiva, pueden generar en el niño sensaciones desagradables y de angustia fácilmente evitables si mantenernos una correcta selección de los programas que ven nuestros niños. Su fantástica imaginación puede jugarles malas pasadas y debemos tener mucho cuidado con ello.

Preparación e información: Explicamos al niño el motivo de la consulta 

Cuando acudamos a la consulta del pediatra con los niños, lo ideal es proporcionarles cierta información relativa al proceso que se va a seguir, qué es lo que se va a revisar o curar, quién va a ser la persona que le va a ver...no es necesario contar con toda la minuciosidad del mundo cada detalle, pero es preferible hacer esta pequeña referencia a no decirle nada al niño, pues una vez allí puede ponerse muy nervioso al sentirse desconcertado y engañado por sus mayores, quienes no le han dicho la verdad para evitarse la posible previa discusión u otras molestias. También, cuando preparamos un poco al niño, puede ir haciéndose su composición de lugar y tratar de ser parte activa dentro del proceso, recordando que le darán la tablilla para la boca y que podrá jugar con ella después, que aprenderá cosas para jugar más tarde a los médicos... y toda esta información deberá ser acorde con la edad y el nivel madurativo del niño; así, antes de los tres años bastaría con hacer una brevísima referencia con un día de antelación, y a partir de esa edad podemos entrar en más detalles, utilizando cierto material como dibujos y cuentos que planteen situaciones análogas. Un mero análisis de sangre debe enfocarse como una prueba muy útil que hay que hacer necesariamente, que los mayores se lo deben hacer cada cierto tiempo; a la vez tampoco es conveniente repetir que no va a doler o que no pasa nada... porque puede producirse el efecto contrario dado que estamos indicando al niño que puede haber algo que "duele" o que "sí pasa algo".

En todas estas visitas al médico, dentista, laboratorio de análisis o similares siempre conviene dejar entreabierta una posibilidad de "control" por parte del niño, dejándole la facultad de elegir una persona disponible que le acompañe, o el dedo donde le van a pinchar, o bien lo que va a desayunar después de las pruebas, entre otros temas. 

También es fundamental la forma en la que se establece la relación con el pediatra, y de cómo éste sea capaz de adecuar el ritmo de la visita a la disponibilidad y estado del niño; así, una palabra amable o un contacto físico llevado con cuidado pueden hacer que el niño cambie su estado de alerta por una posición colaboradora donde los síntomas físicos y psicológicos se mostrarán sin otros condicionantes y el diagnóstico podrá ser lo más fiable posible.

Cuando lo que se produce es una visita al médico de urgencias, sin tiempo para muchas explicaciones, lo ideal es estar presente junto al niño con una actitud lo más tranquila posible, que le trasmita la seguridad de que se va al hospital o a la casa de socorro para que todo se arregle y vuelva a ser como antes. Es bueno que también esté presente algún objeto de apego, que le acompañe y que en caso de necesidad de anestesia le vaya a esperar cuando despierte... a pesar de todo, es posible que el niño ofrezca cierta resistencia por lo que la actitud de seguridad más que las palabras que se le digan será nuestra principal aliada en esos complicados momentos; insistir en la necesidad de estar en el médico para curarse, añadir que le van a dar un calmante para que deje de doler y que ese calmante se lo va a dar el médico puede ayudarnos a gestionar la situación de una forma más fluida, ya que en caso de oposición total del niño, y siempre sin violencia, tendríamos que llegar, en su caso, a utilizar nuestra fuerza física para la realización de radiografías y otras pruebas necesarias.

En definitiva, dando información coherente y adecuada, evitaremos situaciones de ansiedad no aconsejables y favoreceremos el desarrollo futuro.de los niños. 

Algunos consejos para atenuar el miedo

  1. Trasmitir la seguridad de que pase lo que pase estaremos muy cerca de ellos, bien a su lado cuando se pueda o en la sala más próxima posible, y que en cuanto sea factible se volverá junto a él.
  2. Hacer ver que estamos muy tranquilos, que el médico sabe lo que hace y que confiamos en que todo va a salir bien.
  3. Dejar hablar al niño, permitirle liberar sus emociones, escucharle de forma activa y respetando sus sentimientos, sin bromear ni ridiculizarle. Esto le ayudará a conseguir un estado de mayor calma, pues en el fondo ha pasado o está pasando por una realidad que no es muy habitual y que no le ha permitido moverse ni disfrutar con normalidad. Es necesario que le permitamos desahogarse para superar la situación.
  4. No reaccionar exageradamente ni prestar una atención excesiva a los niños y niñas en estas situaciones, dar una sensación de la mayor normalidad posible con la finalidad de no reforzar sus propios temores, y a la vez alabar su comportamiento positivo que le servirá de base para otras experiencias similares.
  5. No engañarle, decirle la verdad de form a que nos aseguremos que entiende la necesidad de pasar por esa situación para su propio beneficio y darle el tiempo suficiente, adecuado a su edad, para que vaya preparándose. Es conveniente que nosotros mismos entendamos bien el proceso para poder explicarlo de forma adecuada, recabando la información necesaria del propio médico.

Ana Roa, pedagoga y  psicopedagoga


Artículos relacionados

Comentarios

¡Sé el primero en comentar!