El dibujo infantil: el idioma de sus fantasías

Conocer a nuestros hijos a través sus dibujos

El dibujo es un lenguaje, la expresión simbólica de los acontecimientos que tienen lugar en la vida del niño y del medio familiar en que se desenvuelve. Como espejo de la propia historia del niño, el dibujo nos permite conocerlo mejor.

El dibujo surge de forma espontánea. Los niños experimentan, de forma lúdica y libre, con formas y colores en un intento de manifestar sus sensaciones y los conocimientos que van alcanzando sobre las cosas. Para ellos se trata de un medio de expresión diferente, un idioma sencillo que les permite fantasías y diversiones sin límite. Es, más que una simple actividad del colegio, una forma de dominar objetos y situaciones sometiéndolas a sus propios deseos: el dibujo es, en definitiva, un medio privilegiado de aprendizaje, de adaptación y de equilibrio, pues integra el desarrollo intelectual y afectivo.

Un reflejo de sus vivencias

El dibujo intantil: el idioma de sus fantasías

En los dibujos infantiles existe, a partir de los dos años y medio de edad, una intención comunicativa. El niño empieza a dibujar para los demás: le importan la aceptación y valoración ajena de sus creaciones. Entre esa edad y los 6 ó 7 años, el pensamiento infantil está dominado, de acuerdo con la psicología evolutiva, por la función simbólica, de la que son pilares básicos el lenguaje, el juego y el dibujo. Las composiciones artísticas del niño representan su parte consciente, pero también y en mayor grado el inconsciente. De sus dibujos debe interesarnos el mundo simbólico y los mensajes que el pequeño quiere trasmitirnos a través de ellos más que su perfección estética. Es fundamental que el niño exprese verbalmente lo que ha dibujado, así descubriremos las emociones que está viviendo, las situaciones que provocan en él conflicto o los temas que le preocupan. A través de la representación de todo ello, el niño renueva sus vivencias suavizando su efecto inmediato, a la vez que asimila los acontecimientos y objetos que han despertado su atención, interiorizándolos también.

Estructura de la personalidad

Observar con detenimiento un dibujo realizado por un niño proporciona una serie de pistas que permiten conclusiones sorprendentes. En sus pequeñas “manifestaciones artísticas” se plasma el nivel de maduración cognitiva y perceptivo-motora del niño, el conocimiento que tiene de sí mismo, la calidad y cantidad de estímulos ambientales que recibe y el equilibrio o alteración de su psicoafectividad. Y esto es posible porque el dibujo da ocasión al niño de expresarse libremente, sin censuras, algo que la realidad no siempre permite. Los dibujos espontáneos revelan los aspectos base de la estructura de la personalidad. De ahí que en psicología infantil el dibujo se emplee como herramienta de diagnóstico que permite detectar dificultades madurativas del niño o alteraciones de su personalidad. Pero además, se emplea como actividad terapéutica para que el niño proyecte sus conflictos y libere sus tensiones. Cuando la expresión gráfica ha evolucionado, encontramos un trazo fuerte, seguro y controlado, una coordinación y organización de los movimientos, rapidez y ritmo, organización perceptiva, orientación y movimiento en un espacio definido, un adecuado desarrollo de la lateralidad y un conocimiento del esquema corporal.

Conviene saber…

· El dibujo es un medio de representación de fantasías, deseos y experiencias.
· Proporciona placer. El niño dibuja de forma natural. El dibujo tiene para él el significado de un juego.
· Proporciona control sobre la ansiedad producida en situaciones conflictivas, transforma experiencias vividas en pasividad y sin “armas” en experiencias activas: muchos miedos se “vencen” si se plasman en el papel.
· Proporciona indicadores sobre la evolución del niño y su maduración. Reproducir su propio cuerpo, el de sus padres, dibujar animales y después objetos inanimados es la secuencia más común en el desarrollo normal del niño.

¿Cómo evoluciona el dibujo infantil?

· De 0 a 2 años (Etapa sensorio-motriz). Los niños en esta edad suelen emplear los materiales como si fueran juguetes. Se dedican a agitar o arrugar el papel y a golpear la pintura a modo de palo o tambor. Sin embargo, aprenden rápidamente la utilidad de estos objetos por imitación, realizando simplemente trazos discontinuos cortos y aislados que son más el predominio de una descarga motora que un dibujo en sí.

· De 2 a 3 años (Comienzo de la etapa intuitivo-simbólica que se extenderá hasta los siete años). Aunque ya han probado distintos materiales, prefieren la cera blanda, que les exige menor esfuerzo en su afán de rellenar el papel. La hoja se les queda pequeña y pintan mesa y paredes sin percibir límites, con predominio del trazo redondeado. Dan vueltas y vueltas: la pintura es la que manda sobre el brazo y mueven todo el cuerpo y el papel. Dan nombre a los dibujos sin que exista objeto reconocible.

· De 3 a 4 años. A esta edad hay un proyecto, pretenden dibujar algo. Aparecen las primeras formas figurativas. Existe un deseo de realismo malogrado por falta de maduración en la psicomotricidad: aún no están preparados para pintar todo lo que desean. Les gusta probar con colores y formas nuevos y copiar lo que hacen los otros. Dominan la estructura en vertical y en horizontal.

· De 4 a 5 años. A esta edad empiezan a reproducir la realidad y en ocasiones detallan los dibujos de forma asombrosa sin perder creatividad. El dibujo es utilizado como expresión de todo lo que les está sucediendo, por lo que suele reflejar su estado de ánimo o formación de la personalidad. Seleccionan de los objetos los esquemas que les son más significativos y éstos son los que reproducen. Controlan el ejercicio desde la muñeca.

· De 5 a 7 años. A estas edades surge el realismo mágico: conocen bien la realidad, pero prefieren darle un toque de fantasía. Dominan la estructura de perspectiva, así como la oblicuidad, lo que les abre el camino a infinitas posibilidades de expresión. Es el momento de crear la base adecuada de la escritura.

Cómo fomentar y favorecer la expresión creadora

· Crear un ambiente que favorezca y estimule el dibujo, proporcionando los instrumentos imprescindibles para llevarlo a cabo. El dibujo no necesita grandes espacios, salas especiales ni medios excesivamente costosos.
· Apuntar a nuestros hijos a una clase de dibujo o pintura, si ellos lo desean. Puede ser un gran estímulo para su creatividad y libertad de expresión.
· Entender que para realizar dibujos no se necesitan dotes especiales, pues la expresión gráfica no es exclusiva de “genios”. Con ella se pretende que nuestros hijos sean personas más expresivas, alegres, comunicativas y sanas, no grandes pintores.
· Saber que el valor del dibujo está en favorecer el equilibrio emocional. El dibujo desarrolla la capacidad del niño para responder de forma adecuada al ambiente en el que vive.

Ana Roa. Pedagoga y profesora de Educación Infantil

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Comentarios (1)

12 nov 2013 02:17 nancy

quisiera saber porfavor la bibliografía de la información... es muy interesante los datos que nos proporcionas para tener una mejor visualización de las producciones de los niños!! gracias..