Fábula para niños de La Fontaine: El mosquito luchador y el león

Una historia para niños sobre la humildad y el exceso de orgullo


Publicado por Patricia Fernández, bloguera y periodista especializada en ocio y tiempo libre
Creado: 7 de octubre de 2025 13:23 | Modificado: 7 de octubre de 2025 13:43


Las fábulas de Jean de La Fontainehan sido, desde hace siglos, una herramienta valiosísima para educar a los niños en valores esenciales como la prudencia, la solidaridad, la empatía o la humildad. Inspirado en autores anteriores como Esopo, La Fontaine reescribió muchas de estas historias dándoles un tono elegante y reflexivo, ideal tanto para pequeños como para adultos.

Una de sus fábulas menos conocidas, pero no por ello menos interesante, es "El mosquito luchador y el león", una historia que nos invita a reflexionar sobre la humildad, el orgullo desmedido y cómo muchas veces, después de lograr un gran triunfo, podemos cometer un error que lo arruine todo.

A través de una historia corta, llena de acción y con un giro inesperado, esta fábula nos demuestra que no basta con ser valiente o ganar una batalla: hay que saber mantener la cabeza fría incluso en los momentos de gloria. Ideal para leer con niños y abrir un debate en casa o en clase.

Fábula El mosquito y el león

La fábula de La Fontaine contada para niños

Érase una vez, en una gran sabana dorada donde el sol parecía no descansar nunca, un mosquito pequeñísimo zumbaba entre los matorrales. Era un mosquito valiente, muy valiente. Pero también algo fanfarrón.

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Mientras volaba por allí, lo vio: un león gigante, dormido bajo la sombra de un baobab. El rey de la selva, de melena brillante y grandes zarpas.

-¡Vaya! -dijo el mosquito, deteniéndose en el aire-. Todo el mundo le teme, pero ¿por qué? ¡Yo no le tengo miedo!

Se acercó, sin pensárselo dos veces, y le gritó al oído con su agudo zumbido:

-¡Eh, tú! ¡León perezoso!

El león abrió un ojo, molesto.

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-¿Quién osa despertarme de mi siesta?

-Soy yo, el mosquito -zumbó con orgullo el insecto-. ¡Y vengo a retarte!

-¿A retarme? -rugió el león, entre risas-. ¿Tú? ¿A mí? ¿Un puntito que apenas veo?

-¡Sí! Porque no me asustas. Puede que seas grande, pero yo soy rápido y tengo un aguijón que pica más que tus zarpas.

El león se estiró, bostezó... y aceptó el reto.

-Muy bien, insecto atrevido. Prepárate. ¡Te aplastaré de un zarpazo!

Pero el mosquito era escurridizo. Voló de un lado a otro, y ¡zas!, picó al león en la nariz.

-¡Ayyy! -gritó el león-. ¡Eso duele!

Intentó espantarlo con la garra derecha, luego con la izquierda. Daba manotazos al aire, pero solo lograba golpearse a sí mismo. El mosquito seguía picando aquí y allá: en la oreja, en la frente, en el hocico.

-¡Basta! -rugió el león-. ¡Me rindo!

Y se alejó, cabizbajo, con más picaduras que orgullo.

El mosquito, eufórico, dio vueltas en el aire, feliz como nunca.

-¡He vencido al rey de la selva! ¡Soy invencible! -zumbaba mientras volaba en círculos.

Pero, justo cuando giró para celebrar su victoria con una gran pirueta... no vio una tela de araña.

¡Zas! Se quedó atrapado.

-¿Qué... qué es esto? -se agitó, pero cuanto más se movía, más pegajosa era la telaraña.

Una araña delgada, negra y silenciosa se acercó lentamente.

-¡Oh no, una araña! -exclamó el mosquito-. ¡No puede ser! ¡He vencido al león y ahora voy a morir así!

La araña se relamió.

-Pobre valiente, pequeño mosquito. A veces, la victoria más grande nos hace olvidar el peligro más pequeño -susurró.

Y el mosquito, entre lágrimas, entendió su error:

-Me creí el más fuerte... y ni siquiera vi la trampa.

Moraleja

"Procura que la dicha por haber alcanzado un éxito no arruine tu vida."

O, dicho de otro modo: no dejes que la alegría del triunfo te haga bajar la guardia. La humildad y la prudencia son tan importantes como la valentía y la inteligencia.

Lo que podemos aprender de esta fábula de La Fontaine

Esta historia aparentemente sencilla encierra varias lecciones muy valiosas para los niños (y también para los adultos):

1. No subestimes a los pequeños

El mosquito, aunque minúsculo, consigue vencer al poderoso león. Nos enseña que el tamaño no lo es todo, y que cada uno tiene fortalezas únicas.

2. El orgullo puede ser peligroso

Después de su victoria, el mosquito se deja llevar por la soberbia. Este exceso de confianza lo distrae y lo conduce directamente a su perdición.

3. No todo enemigo es evidente

A veces estamos tan pendientes de los desafíos grandes, que olvidamos los pequeños peligros que pueden atraparnos sin avisar.

4. La victoria no lo es todo

Saber ganar también implica saber ser humilde, agradecido y prudente. La actitud tras el triunfo dice mucho de nosotros.

Actividades educativas para trabajar esta fábula con niños

 1. Preguntas de comprensión lectora

  1. ¿Qué animal desafía al león?
  2. ¿Por qué el mosquito decide enfrentarse al león?
  3. ¿Cómo logra el mosquito ganar el combate?
  4. ¿Qué le ocurre al mosquito al final?
  5. ¿Qué enseñanza nos deja esta historia?

2. Dibujar la escena final

Invita a los niños a dibujar dos momentos:

  • El mosquito celebrando su victoria.
  • El mosquito atrapado en la telaraña.
    Luego, reflexionad sobre el contraste entre ambas escenas.

3. Debate infantil: ¿Es mejor ser valiente o prudente?

Organiza una pequeña charla en casa o en clase:

  • ¿Qué hizo bien el mosquito?
  • ¿Qué error cometió?
  • ¿Alguna vez os ha pasado algo parecido por confiaros demasiado?

4. Crea tu propia fábula

Propón que cada niño invente su propia fábula con animales, donde uno pequeño supere a uno grande, pero que también incluya una lección. Ejemplo: un caracol y una serpiente, un ratón y una vaca...

La fábula del mosquito y el león es una historia que nos enseña que todos podemos lograr cosas grandes, incluso si somos pequeños. Pero también nos recuerda que la vida no termina en una victoria. La forma en la que nos comportamos después de ganar, lo que aprendemos y cómo cuidamos nuestras decisiones, es lo que realmente define quiénes somos.

En un mundo donde muchas veces se premia el éxito rápido, esta historia de La Fontaine sigue siendo actual: nos habla del valor de la humildad, de no despreciar a nadie, y de mantener la atención puesta en lo importante, incluso cuando todo parece estar ganado.

 


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