Cuento para enseñar el valor de la paciencia a los niños

La pacienciano siempre es fácil de enseñar a los niños, sobre todo en una época de inmediatez donde todo parece estar al alcance de un clic. Sin embargo, cultivar esta virtud desde la infancia es esencial para el desarrollo emocional, la tolerancia a la frustración y el logro de metas a largo plazo. A través de cuentos y personajes con los que los más pequeños se puedan identificar, es posible mostrarles que esperar, tener constancia y mantener la calma tiene su recompensa.

El siguiente cuento tiene como protagonista a un caracol muy simpático llamado Leo, que desea con todas sus fuerzas llegar a lo alto de una montaña. A lo largo de la historia, aprenderá que cada paso cuenta, y que la paciencia es, a veces, más poderosa que la velocidad o la fuerza. Al final, te proponemos actividades para reforzar el valor aprendido y debatir en

Leo, el caracol que quería ver las estrellas

Leo era un pequeño caracol que vivía al pie de una gran montaña. Todas las noches salía de su concha para mirar al cielo. Las estrellas brillaban tan fuerte que se le iluminaban los ojos.

-¡Algún día subiré hasta allá arriba y las veré más de cerca! -decía soñando despierto.

-Pero Leo, ¡si eres un caracol! -le decían las hormigas-. No llegarías ni a la mitad antes de que caiga el invierno.

-¡Y además te mueves muy lento! -añadía la liebre, riéndose.

Pero Leo no se desanimaba. Al día siguiente, con su paso lento pero decidido, empezó a subir la montaña.

-Un paso... y otro paso -se repetía a sí mismo-. Lo importante es seguir.

El primer día subió solo unos centímetros. El segundo, unos más. Muchos animales le pasaban por delante, burlándose.

-¡Mira al caracol montañero! -bromeaban los pájaros.

-¡Nunca llegarás arriba! -se reía la ardilla.

Leo no respondía. Sonreía y seguía avanzando.

A mitad de camino se encontró con una mariquita que le preguntó:

-¿Por qué te esfuerzas tanto si vas tan lento?

-Porque tengo paciencia. Y porque cada noche sueño con ver las estrellas desde lo más alto.

Pasaron los días, las hojas cayeron, el sol se volvió más suave... y Leo seguía su camino. Lento, sí. Pero sin detenerse.

Hasta que una noche, tras mucho esfuerzo, llegó a la cima. El cielo estaba despejado y las estrellas parecían más cercanas que nunca.

-¡Guau! -susurró-. Valió la pena cada paso.

De repente, llegaron algunos de los animales que antes se habían reído. La ardilla, la liebre, la mariquita... Todos estaban sorprendidos.

-¡No puedo creerlo! -exclamó la ardilla.

-¿Cómo lo hiciste? -preguntó la liebre.

Leo sonrió desde su concha y dijo:

-Con paciencia... y sin rendirme.

Desde aquella noche, muchos animales empezaron a caminar más despacio, a valorar el esfuerzo constante... y a mirar las estrellas con más calma.

Moraleja

La paciencia es una gran aliada cuando se trata de alcanzar metas. A veces, no se trata de llegar primero, sino de no rendirse y disfrutar del camino.

Actividades para trabajar el valor de la paciencia

1. Comprensión lectora

• ¿Cómo se llama el protagonista del cuento?
• ¿Qué quería hacer Leo?
• ¿Qué le decían los otros animales?
• ¿Cómo reaccionaba Leo ante las burlas?
• ¿Qué pasó al final del cuento?

2. Reflexión en familia o clase

• ¿Te has sentido alguna vez como Leo, que querías algo pero te costaba mucho?
• ¿Qué haces cuando algo tarda en salir bien?
• ¿Crees que es importante tener paciencia? ¿Por qué?

3. Actividad artística

Dibuja una escena del cuento: puede ser Leo subiendo la montaña, hablando con la mariquita o mirando las estrellas desde la cima.

4. Dinámica grupal

Haz una "carrera de caracoles" con tus compañeros. Gana quien llegue más lento... ¡sin detenerse! Después, comentad cómo se sintieron al tener que esperar.

5. Escribe tu propia historia

Inventa un cuento sobre un personaje que consiga algo gracias a su paciencia. Puedes cambiar el escenario (una ciudad, un bosque, el mar...) y el protagonista (una tortuga, un niño, un robot...).

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