Brillantes, pero solos

Hay niños que desde pequeños poseen una gran madurez y un extraordinario talento innato para aprender. Algunos destacan enseguida entre sus compañeros; otros, por el contrario, experimentan fracaso escolar o dificultades para integrarse en su clase y terminan aislándose.

En la sociedad actual, se da quizás una importancia excesiva a la inteligencia. Hay niños que poseen una capacidad intelectual superior a la media. Fijan gran cantidad de conocimientos con una facilidad asombrosa, muestran una elevada creatividad y su desarrollo lingüístico es precoz, pero no siempre inteligencia equivale a éxito. A veces, tener un talento privilegiado, al contrario de lo que cabría esperar, se puede volver en contra del propio niño y dificultarle su adaptación escolar, familiar y social, así como su desarrollo emocional.

Pequeños grandes genios

Brillantes, excepcionales, con un don especial..., pero ante todo niños. La inteligencia puede ser un arma de doble filo. La evolución intelectual de ciertos niños es tan rápida que crea un desfase con el resto de su personalidad. Aunque afronta la realidad con una mente privilegiada, a su vez la percibe y la sufre con la afectividad de un niño de su edad. Este desfase entre su capacidad intelectual y su inmadurez emocional es lo que les produce infelicidad y los hace a veces personas complicadas. Son niños activos, rápidos de pensamiento, curiosos..., pero que se sienten terriblemente incomprendidos por sus padres ?quienes los presionan en los aprendizajes o para los cuales no es fácil admitir conductas infantiles en un niño que razona por lo menos como un adolescente• por sus compañeros, entre los que no suele encontrar ?amigos iguales• con los que compartir intereses, experiencias y sentimientos; por un sistema escolar rígido que no se adapta a su forma de aprender y por unos profesores a los que, desconociendo generalmente sus verdaderas capacidades, les resultan molestas sus conductas. Una gran inteligencia solo les reportará éxito personal si se consigue un desarrollo armónico de toda su persona. Y, para ello, necesitan muchísimo el cariño y el apoyo de los demás.

Actitudes escolares inadecuadas

Aunque la mayoría de estos niños tienen éxito en el colegio, puede ser que alguno de ellos, a pesar de poseer elevada capacidad intelectual, tenga un rendimiento bajo e incluso llegar al fracaso escolar. Pero tiene una explicación lógica. Para él, las experiencias escolares son frustrantes en lo referente a los aprendizajes y al entorno social. En general, en las aulas suele existir un currículo bastante rígido que no se adapta a sus necesidades y, en consecuencia, el niño va perdiendo interés por las actividades de clase. En algunos casos puede reaccionar alborotando y molestando, puesto que se aburre y no le interesa lo que allí se hace. En otros, se puede volver hostil o desafiante, cuestionando lo que dice o hace el profesor o mostrando conductas agresivas hacia los demás. Otras veces, al no coincidir con los intereses, el lenguaje o el nivel intelectual de sus compañeros, se aísla y va creando un mundo aparte. Por tanto, a veces, las conductas inadecuadas pueden enmascarar la realidad de algún niño verdaderamente brillante.

A la búsqueda de amigos

Existen niños deslumbrantes, intelectualmente hablando, que hacen amigos con facilidad y que incluso son aceptados por el grupo como líderes. Pero no siempre es así. Algunos optan por rodearse de adultos o niños mayores que ellos. Otros se aíslan y prefieren enfrascarse en actividades intelectuales antes que jugar con sus amigos, por lo que sus compañeros los pueden rechazar al verlos como ?bichos raros?. Y en otros casos eligen pasar desapercibidos. Para todos los niños, especialmente los adolescentes, es importante sentirse aceptados por su grupo y muchos de ellos no dudan en ocultar su ?excepcionalidad• para intentar ser como los demás. Disimulan sus grandes habilidades e igualan su comportamiento y rendimiento a la media del grupo, sobre todo en el caso de las niñas, que suelen encontrar más rechazo social que un chico con las mismas características. Pero, a veces, el precio es elevado: además de restringir el desarrollo de su enorme potencialidad, eso los hace sufrir. En ocasiones, les genera introversión, hostilidad, inseguridad, sentimientos de culpa y soledad. Suelen ver sus diferencias como algo negativo, puesto que les impide integrarse en el grupo y a menudo se sienten incomprendidos e inferiores a sus compañeros, por lo que frecuentemente su autoestima es baja.

Unos padres desorientados

En general, las relaciones familiares son satisfactorias, pero a veces los padres pueden sentirse desorientados. Algunos comentan, por ejemplo, lo difícil que es mantener una relación padre/madre-hijo en temas de disciplina, debido a que sus comportamientos son lógicamente infantiles, pero en ocasiones el niño se comporta como un adulto en otros sentidos. Otras veces creen que no van a ser capaces de proporcionarle un entorno suficientemente estimulante. Tener un hijo muy capacitado no implica volverse loco matriculando al niño en innumerables actividades extraescolares, ni sentirse presionado a comprarle continuamente libros, a realizar viajes o a contratar un profesor particular que le instruya en matemáticas. Tampoco hay que organizar la vida familiar exclusivamente a su alrededor, porque el resto de los miembros de la familia también son importantes. Otros padres esconden la capacitación del hijo para protegerlo de posibles problemas. Es especial y tendrá momentos difíciles, pero tiene derecho a ser él mismo. Ante todo es un niño y, como tal, necesita atención, mimos y mucho afecto y, por supuesto, unos límites que serán más efectivos si padre y madre forman un ?frente unido• a la hora de interactuar con él, para evitar que se vuelva manipulador.

Inteligentes y, además, felices

Estimular su inteligencia siempre es conveniente; sería una pena desperdiciar su enorme potencial. Pero hay que encontrar el equilibrio justo para no presionarle ni tampoco estimularle por debajo de sus posibilidades. Sin embargo, triunfar en la vida no solo significa conseguir éxito académico o profesional. Además, existen otros valores importantes como la autoestima, la autonomía y el equilibrio afectivo, imprescindibles para tener éxito a nivel personal. Hay quien opina que la educación ideal para estos niños debe llevarse a cabo dentro de grupos especiales integrados por alumnos con las mismas capacidades para poder satisfacer su avidez intelectual. Está bien que, en ocasiones, puedan reunirse para compartir intereses, pero se pueden atender sus necesidades educativas específicas dentro de las aulas ordinarias y conseguir así su integración plena. Es muy triste que, en busca de un buen rendimiento escolar, se los margine y se los prive de la relación con los niños de su edad, que, aunque menos dotados intelectualmente, les pueden aportar gran riqueza de sentimientos, vivencias de amistad y valores humanos de los que tal vez ellos carezcan.

Abrir las puertas a mentes abiertas

Se sentirían felices y estarían motivados si fueran los protagonistas de su propio aprendizaje, si la enseñanza fuera un reto intelectual continuo que fomentara un aprendizaje autónomo a través de su propia investigación. Esto implica poner en marcha su creatividad y alejarse de los contenidos curriculares que implican memorización mecánica, trabajos repetitivos o pasividad. Necesitan interrelacionar los nuevos conocimientos con sus aprendizajes anteriores ?de la misma o de otras materias?, lo cual les va a permitir aprender a base de grandes saltos intuitivos dentro de su compleja organización mental. Precisan relacionar con la práctica los aprendizajes teóricos, ampliar o profundizar muchos de los contenidos y que se les razonen las reglas preestablecidas. Y, sobre todo, necesitan que respeten sus diferencias y que se traten de entender y escuchar sus sentimientos más que fijarse en sus logros o habilidades.

En la diferencia está la riqueza

Para conseguir una igualdad de oportunidades en la educación, hay que tener en cuenta las características individuales de cada alumno, sea cual sea su capacidad. El currículo escolar está diseñado para un grupo mayoritario que suele coincidir en capacidades e intereses. Pero cuando se aprende de forma diferente y más rápida que otros niños, hay que darles la oportunidad de desarrollarse de forma óptima. Hay que descubrir su estilo de aprendizaje y dar respuesta a sus intereses, pero sin descuidar su participación en el grupo. Las adaptaciones curriculares para los alumnos con altas capacidades son necesarias para mantener su motivación, pero a su vez son muy enriquecedoras para los demás, ya que resultan una innovación didáctica. En una interacción permanente cada niño aporta una perspectiva diferente con el consiguiente beneficio para todos los alumnos. Pero para que estas medidas tengan éxito es necesario fomentar una ?cultura de la diversidad?. No se trata de una actitud de tolerancia benévola ante las diferencias, sino que implica una búsqueda activa de las diferencias y una satisfacción al encontrarlas e integrarlas con el convencimiento de su poder enriquecedor. Así estos niños, además de convertirse en un potente motor de la pedagogía del aula, consiguen mejorar su autoestima en la medida que sus compañeros valoran positivamente su gran creatividad y originalidad. Virginia González. Psicóloga


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