Cuento infantil para quitar el miedo a la oscuridad

Ayuda a los niños a dormir tranquilos y sin temor


Publicado por Patricia Fernández, bloguera y periodista especializada en ocio y tiempo libre
Creado: 8 de octubre de 2025 13:30 | Modificado: 8 de octubre de 2025 13:36


El miedo a la oscuridades uno de los temores más comunes en la infancia. Suele aparecer entre los 2 y los 6 años, cuando la imaginación del niño se desarrolla rápidamente y aún no distingue del todo entre lo real y lo imaginado. Las sombras, los ruidos nocturnos o simplemente la ausencia de luz pueden convertirse en monstruos invisibles que generan angustia a la hora de dormir.

Lejos de ignorarlo o ridiculizarlo, este miedo debe ser comprendido y acompañado con respeto y cariño. Los cuentos infantiles, por su capacidad de dar forma a lo abstracto, son una herramienta excelente para ayudar a los niños a gestionar sus emociones. A través de historias con personajes que enfrentan situaciones similares, los niños se sienten identificados, aliviados y más capaces de superar lo que les asusta.

Aquí tienes un cuento especialmente diseñado para acompañar a los pequeños en ese proceso: una historia con ternura, humor y valentía... bajo la luz de la luna.

Cuento infantil para quitar el miedo a la oscuridad

Cuento para niños contra el miedo a la oscuridad: Nico y la linterna mágica

Nico tenía cinco años, una sonrisa inquieta y una imaginación tan desbordante como el cajón donde guardaba sus juguetes. Durante el día, jugaba a ser explorador, astronauta o caballero medieval. Pero cuando el sol se marchaba y su habitación se sumía en la penumbra, su mundo de aventuras se transformaba en un lugar lleno de sombras extrañas y susurros que solo él podía oír.

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Cada noche, cuando mamá apagaba la luz y le daba un beso en la frente, algo dentro de Nico se encogía. Le parecía que las cosas en su habitación -el perchero, la silla, el armario- cambiaban de forma en la oscuridad. Las sombras parecían moverse por su cuenta. Los ruidos del pasillo se volvían pasos invisibles. Y entonces, con el corazón agitado, llamaba:

-¡Mamáaa!

Ella acudía con la misma paciencia de siempre, le acariciaba el pelo y le decía:

-La oscuridad no puede hacerte daño, Nico. Todo sigue estando en su sitio, aunque no lo veas.

-Es que... parece que las cosas se transforman -murmuraba él.

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Esa noche, mamá no solo le dio un beso. Sacó del bolsillo una linterna pequeñita, de color azul, con dibujos de estrellas.

-Esta es una linterna mágica. No solo alumbra la oscuridad, también espanta los miedos. Pero solo funciona si la usas tú, con valentía.

Los ojos de Nico brillaron. Apretó la linterna entre las manos como si fuera un tesoro.

-¿De verdad es mágica?

-De verdad -asintió su madre-. Pero no sirve para encontrar monstruos. Sirve para ver lo que de verdad hay. Y, a veces, eso es aún mejor.

Mamá le dio las buenas noches y se marchó. Nico se quedó a solas con su linterna. Apuntó hacia debajo de la cama: solo encontró un calcetín desparejado y su peluche del dragón. Luego iluminó el armario: nada más que sus disfraces y una mochila.

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Se sintió un poco más tranquilo. Quizá -solo quizá- la oscuridad no fuera tan peligrosa.

Pero justo cuando apagó la linterna para dormir, una sombra se movió en la pared. Era una figura alargada que se estiraba hacia el techo.

-¡Hola! -susurró una voz muy bajita.

Nico se encogió bajo la manta.

-¿Quién está ahí?

-Soy yo... Sombri.

-¿Sombri?

-Tu sombra. Bueno, una de ellas. Vivo en tu cuarto desde hace tiempo. Solo salgo por las noches, cuando todo está en calma.

-¿Y qué haces aquí?

-Te escuché hablar de miedos... y pensé que tal vez tú también tenías miedo de mí.

-¿Miedo de ti? Un poco -reconoció Nico.

-No soy mala -dijo Sombri-. Solo me muevo cuando tú te mueves. Si parezco extraña es porque a veces me estiro sin querer.

-¿Entonces no asustas?

-¡Qué va! A mí también me asustan los gritos. Por eso siempre me escondo.

Nico se sentó en la cama, intrigado.

-¿Y si jugamos? -propuso.

Sombri se iluminó de alegría.

-¡Sí! Pero tienes que apagar la linterna. Sin oscuridad, yo no existo.

Nico rió. Apagó la linterna mágica y comenzó a mover las manos, creando formas en la pared. Sombri lo acompañaba en cada gesto, dibujando sombras de conejos, dragones y hasta un castillo encantado.

Pasaron así un buen rato, hasta que el sueño comenzó a pesarle en los párpados. Sombri se despidió con un susurro:

-Cuando quieras jugar, aquí estaré. No temas a la oscuridad, porque también está llena de cosas bonitas.

Y Nico, con la linterna bajo la almohada y el corazón tranquilo, cerró los ojos.

A la mañana siguiente, al despertar, sonrió. Ya no tenía miedo de la oscuridad. Porque ahora sabía que las sombras podían ser amigas... si uno se atrevía a conocerlas.

Y así, Nico y Sombri pasaron la noche jugando a las formas: una sombra parecía un dinosaurio, otra un dragón. Nico aprendió que muchas veces, lo que da miedo solo es una forma distinta de algo que ya conocemos.

A partir de entonces, Nico dormía tranquilo. Y, cada noche, dejaba encendida su linterna mágica... por si algún otro niño necesitaba espantar sus propios miedos.

Actividades y consejos para trabajar el miedo a la oscuridad

1. Comprensión lectora

Pregunta a los niños:

  • ¿Quién es Nico? ¿Qué le daba miedo?
  • ¿Qué hizo su madre para ayudarle?
  • ¿Quién era Sombri y qué le pasaba?
  • ¿Qué aprendió Nico sobre las sombras?
  • ¿Cómo terminó la historia?

2. Actividades creativas

  • Dibuja tu propia linterna mágica. ¿Cómo es? ¿Qué poderes tiene?
  • Crea una sombra amiga. Invéntale nombre, forma y qué le gusta hacer.
  • Haz figuras de sombras con las manos. Con una linterna y la pared, juega a crear animales y formas divertidas.

3. Debate en clase o en familia

  • ¿A ti también te da miedo la oscuridad? ¿Por qué?
  • ¿Qué cosas te ayudan a dormir tranquilo?
  • ¿Crees que todos los miedos pueden superarse?

4. Consejos para padres y educadores

Escucha sin juzgar. Evita frases como "no pasa nada" o "eso es una tontería". El miedo es real para el niño.

Usa el juego y el cuento. Las historias permiten que el niño proyecte sus emociones sin sentirse expuesto.

Ofrece control. Dejar una pequeña luz encendida o una linterna bajo la almohada puede darles seguridad.

Crea un ritual. Leer juntos, cantar una canción o decir una frase mágica antes de dormir ayuda a reducir la ansiedad.

Sé constante. Superar un miedo requiere tiempo, paciencia y mucha presencia emocional.

Los miedos infantiles, como el temor a la oscuridad, forman parte natural del desarrollo emocional de los niños. No son signos de debilidad, sino oportunidades para aprender a gestionar emociones, desarrollar la empatía y fortalecer vínculos familiares.

A través de cuentos como el de Nico y Sombri, los pequeños descubren que no están solos en sus temores. Con ayuda de los adultos, un poco de imaginación y una linterna mágica (real o simbólica), pueden convertir sus monstruos en compañeros de juego.

Porque al final, como decía la madre de Nico:
"La oscuridad no es mala, solo necesita que la mires con otros ojos."

 

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