Buenas prácticas para recuperar la línea tras el parto

Igual que el desayuno, esta última comida del día desempeña un papel esencial para tu organismo. Si te vas a la cama con el estómago vacío no solo te expones a un sueño agitado, sino que, además, te arriesgas a comer el doble en el desayuno, porque tendrás mucha hambre. Y, de nuevo, tu cuerpo caerá en la tentación de almacenar el doble de esos aportes en previsión de una restricción. Para cenar, escoge un menú ligero que contenga proteínas (1 porción de carne o de pescado) que tu cuerpo necesita para renovar las células, hortalizas crudas o cocidas (1 porción, es decir, el equivalente a un puñado, o 2, dependiendo de lo que hayas comido al mediodía), y, de manera facultativa, el equivalente a dos puñados de alimento feculento cocido y 1 cucharada sopera de materia grasa. Puede ser mantequilla o aceite de cocinar, vinagreta o nata líquida, ¡pero no las tres cosas! Si estás agotada porque pasas las noches en blanco, no caigas en el error de saltarte las comidas. Los platos preparados pueden sacarte de un apuro sin que por ello tengas que sentirte culpable, asegura nuestra dietista.

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