¿Tú qué haces en tu trabajo?

Cómo hablar de nuestro trabajo a los hijos

«¡Adiós, me voy a trabajar!» Nuestras ocupaciones de adultos acaparan una buena parte de nuestra vida y de nuestro lenguaje. Sin embargo, no solemos pararnos a dar a los niños un poco más de información al respecto. Y, a veces, se montan su propia película... ¡peculiar! ¿Cómo hablarles de una realidad que se les escapa?

¿Tú que haces en tu trabajo?

«¡Yo tengo que ir a trabajar!»; con estas palabras justificamos a veces ante los niños la agenda que les organizamos: comedor, natación, canguro... Y hay que reconocer que recurrimos a este argumento con cierta frecuencia. «¿No quieres ir al colegio hoy? ¡Pues yo tengo que ir a trabajar...!». Y dejamos que suponga que no es cosa nuestra, sino del trabajo... Buena excusa, sobre todo para los que se sienten culpables por no pasar más tiempo con sus hijos. «¡Por suerte, la agenda de los padres está fuera del control de los niños! El padre, la madre, deben tener sus propios espacios de esparcimiento (amistoso, amoroso, profesional...), al margen de su hijo. Y es necesario que el niño lo asuma para que, al identificarse con ese adulto, pueda construir su propia vida», explica la psicóloga Émilie Moreau-Cervera. Así que ojo con presentar el trabajo como un ente todopoderoso que atrapa a los padres. Para el desarrollo psicológico del niño y para su visión del futuro y de la sociedad, es mejor contarle que el trabajo que hacemos, muchas veces lo hemos elegido y es importante para nosotros. Pero elegir algo no es lo mismo que «hacer lo que nos dé la gana». Entre los cuatro y los seis años, es fácil que los niños imaginen que es eso lo que les espera «cuando sean mayores». Por ello es importante explicarles que también los adultos tienen que ceder y atender obligaciones y horarios.

Ofrecerles imágenes concretas

El niño necesita hacerse una idea (aunque sea simplificada) del trabajo de sus padres para que el término no encierre un misterio insondable. Felices los que tienen un trabajo obvio: médica, electricista... Y los que producen cosas que pueden enseñar a los niños. Los demás (una buena parte) se topan con la dificultad de explicar tareas más bien abstractas: «trabajo en logística», «trabajo en un servicio de administración»... Para que lo que contamos sea comprensible, sobre todo para los más pequeños, podemos establecer paralelismos con su vida. Por ejemplo, explicar las cosas buenas del comedor de cada uno o describir a los compañeros: «Pascual va en moto. Y tiene dos niños». O descrbirles el espacio de trabajo y, de paso, dar unas pinceladas sobre nuestras funciones: «hablo por teléfono con la gente», «voy en coche a ver a los clientes»... También se puede contar que hay un jefe: «en el cole, tenéis una profesora; en mi trabajo, tenemos una jefa, que se llama Cecilia». O bien: «vosotros tenéis un director, que dirige el colegio; en mi oficina, soy yo quien la dirige». Y, si es posible organizar una visita familiar al lugar de trabajo, ¡perfecto!

Transmitirles las ganas de crecer

Lo que decimos de nuestro trabajo no siempre es positivo: «¡estoy harta!», «¡no quiero volver mañana...!». La idea que los niños se hacen de la vida adulta depende mucho de lo que dejamos entrever y les da (o no...) ganas de hacerse mayores. Por ello, mejor centrarse en lo positivo: algo divertido, el éxito de una tarea... No se trata de ocultar las dificultades: el niño acaba notando si su madre o su padre están preocupados. Se le debe contar sin agobios: «a veces, en el trabajo hay tensiones, como en el recreo cuando discutes con otro niño. Pero hablamos y se arregla». Cuando nos enfrentamos a un periodo de mucho trabajo o cuando, por el contrario, perdemos el empleo, tampoco debemos ocultarlo. Émilie Moreau-Cervera subraya que forma parte de la vida de un niño el que sus padres atraviesen fases difíciles. Y una madre o un padre triste o que, de pronto, está toda la jornada en casa es una fuente de angustia porque el niño no lo entiende. Por eso hay que hablarlo: «Estoy preocupado porque, ahora, no tengo trabajo. Pasa a veces, no es culpa mía. Pero voy a ver a gente que me ayudará a encontrar otro». Así le tranquilizamos. Inevitablemente, surgirá el tema del dinero. Si bien el tema financiero es poco constructivo para el niño, no por ello deja de ser fundamental y habrá que abordarlo con la debida delicadeza y con sencillez.

El tema del dinero

Émilie Moreau-Cervera recomienda abordar el asunto por las opciones que el dinero nos permite tomar. Si se tiene excesivamente poco, puede ser imposible comprar lo más necesario (comida, electricidad, una vivienda...). Si se tiene más, podemos elegir el sitio donde vamos a vivir, comprar las cosas que nos resultan precisas y, a veces, hasta las que queremos aunque no sean necesarias.
Y, a partir de aquí, ¿por qué no dar un giro al tema? Puesto que es preciso trabajar para ganar dinero, es importante elegir un trabajo que nos satisfaga. Y se empieza en el cole mismo, donde se aprenden cosas para crecer, para tener posibilidades de elegir y poder, un día, llevar una vida independiente. Muchos padres registran los deseos profesionales de sus hijos a lo largo del tiempo: de bombero a profesor, pasando por caballero, médico y veterinario de animales en vías de extinción...
Si, convertidos ya en adultos, no se dedican a nada de eso, sus sueños de infancia y la imagen que se hayan ido formando del mundo laboral sin duda habrán canalizado su voluntad y cimentado sus elecciones de adultos.

© Bayard Presse-Pomme d'Api parents 596-Texto: Anne Bideault-octobre 2015.

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