El juego con los hijos

El juego es el campo de aprendizaje de los más pequeños y un lugar común para disfrutar padres e hijos

El ritmo de vida actual suele dejarnos poco o ningún tiempo para jugar con ellos. Los llenamos de juguetes maravillosos y los apuntamos a un sinfín de actividades para sustituir nuestra ausencia pero lo que ellos necesitan es sentirse reconocidos y acompañados por sus padres. Necesitan saber que los queremos y que siempre tenemos un hueco reservado para estar con ellos, por pequeño que sea.

Grandes ventajas

Son muchas las virtudes de jugar en familia. A través del juego no sólo potenciamos el desarrollo físico y mental del niño, sino que además podemos transmitirle valores y sabiduría popular y, sobre todo, reforzar los lazos familiares, ya que permite conocernos mejor y disfrutar juntos del momento, si conseguimos tomarnos realmente un paréntesis en nuestra ajetreada vida.

¿A qué jugamos?

Hay mil posibilidades, dependiendo de la edad del niño, de sus gustos y de su nivel de desarrollo. Juegos o actividades estructurados con los que se refuerzan hábitos positivos o se incorporan nuevos aprendizajes o habilidades. Pero el juego por el juego también tiene su encanto y sus beneficios. Con el juego espontáneo se promueve además la fantasía, la expresión de la personalidad, la elaboración de los sentimientos y temores y la asimilación de los acontecimientos e informaciones que el niño va recibiendo. Por ello, ambos tipos de juegos se deben intercalar.

¿Somos sus mejores compañeros de juego?


En los dos primeros años de vida, debido al fuerte vínculo afectivo, los padres somos unos excelentes compañeros de juego. A medida que crecen y se van abriendo al mundo, descubren nuevas vías de juego y necesitan además jugar solos o hacerlo con los amigos. No obstante, aunque los intereses cambien, no hay excusa para que los padres no reserven algún momento del día para compartir con ellos alguna actividad.

¿A lo que él quiera y cuando quiera?

Es importante considerar las necesidades y preferencias de los niños. Si la actividad es de su gusto el interés por el juego se mantendrá durante más tiempo. Pero los padres también cuentan. La elección del tipo de juego o del momento para llevarlo a cabo variará en función del tiempo del que dispongamos, del cansancio y también de nuestros gustos. Dentro de la familia debe prevalecer el respeto. Es importante elegir un juego que vayan a disfrutar ambas partes. Más que el juego en sí, el niño disfruta de la cercanía y complicidad y si el adulto se aburre o está excesivamente cansado, no será capaz de transmitirle entusiasmo e ilusión.

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