Cómo detectar los problemas de visión en los niños

Los problemas de vista más frecuentes en los niños

Una visión infantil correcta es fundamental para potenciar el aprendizaje y el rendimiento escolar. Un examen de la vista es primordial para diagnosticar posibles anomalías visuales en los niños.

La visión es la capacidad que tiene el ser humano para procesar la información del entorno, obtener un significado y comprender lo que se ve a través de los ojos. La visión es algo más que tener buena agudeza visual.

Los problemas de vista de los niños

problemas de visión en niños

Ver no solo implica tener una buena agudeza visual, sino también muchas otras habilidades visuales, como pueden ser la capacidad de enfoque lejos-cerca, la habilidad de mover los ojos correctamente, tener una binocularidad correcta, una buena coordinación ojo-mano, una buena estereopsis (cálculo correcto de la profundidad), etc.

Es recomendable realizar un examen visual al nacer, a los 6 meses, a los 2 años y a los 4 años. De los 6 meses a los 2 años es muy importante evaluar el correcto desarrollo de la visión binocular para detectar posibles estrabismos. Normalmente la vía visual está completamente desarrollada a los 2 años, aunque hasta los 5 no se llega a tener una agudeza visual del 100%.

A partir de los 4 años se recomienda una revisión al año, ya que se van a producir muchos cambios en el desarrollo del niño y, como además empieza la escolarización, los ojos tienen que estar preparados para responder a las demandas visuales que esto conlleva.

Un problema visual puede influir en el fracaso escolar. A través de estudios realizados en el campo de la optometría, se ha comprobado que existe una estrecha relación entre el rendimiento visual y el escolar. Para enfrentarse a las exigencias que hoy en día tienen los escolares, es necesario tener desarrolladas habilidades como la agudeza visual, la motilidad ocular o la binocularidad, entre otras.

Cómo detectar un problema visual en los niños

  • Falta de interés por la lectura o pérdida del hilo de la lectura. 
  • El niño al leer sigue el texto con el dedo. 
  • Giros extraños de las palabras y dificultad para recordar lo que ha leído. 
  • Las letras o los signos se juntan o se los salta. 
  • Cejas fruncidas, parpadeo excesivo u otras deformaciones faciales cuando lee. 
  • Fatiga constante, nerviosismo o irritabilidad después de una tarea de cerca. 
  • Visión doble de los objetos. 
  • Dolores de cabeza, náuseas o aturdimientos asociados al uso de los ojos de cerca. 
  • Sensibilidad exagerada a la luz. 
  • Párpados rojos o hinchados y frotamientos frecuentes de los ojos. 
  • Pasos falsos y caídas frecuentes, avanza la cabeza para ver mejor. 
  • Vocalización en voz baja durante la lectura, constatada por el movimiento de los labios.
  • Se observa una rigidez corporal cuando quiere mirar los objetos de lejos. 
  • Mala habilidad perceptiva, como, por ejemplo, la confusión de la o por la a, la n por la m, etc. 
  • Estrabismo o bizquera hacia fuera o hacia adentro. 
  • Cierra o se tapa un ojo para poder ver mejor con el otro. 
  • Mala coordinación del ojo y la mano, que se manifiesta por la dificultad al jugar al tenis, atrapar una pelota u otra actividad parecida.

¿Qué hacer si detecto un problema de visión en mi hijo?

Detectar un problema de visión en tu hijo puede ser preocupante, pero es importante actuar rápidamente para abordar cualquier problema y garantizar el bienestar visual de tu hijo. Aquí hay algunos pasos que puedes seguir si sospechas que tu hijo tiene dificultades visuales:

  1. Programa una cita con un oftalmólogo pediátrico: La primera medida es llevar a tu hijo a una consulta con un oftalmólogo pediátrico para una evaluación completa de su visión. Este profesional especializado en problemas de visión en niños podrá realizar pruebas específicas para determinar si hay algún problema ocular y recomendar el tratamiento adecuado.

  2. Habla con el pediatra: Si notas algún síntoma de problemas visuales en tu hijo, como los mencionados anteriormente, no dudes en hablar con el pediatra de tu hijo. El pediatra puede derivarte a un especialista en oftalmología pediátrica y brindarte orientación sobre cómo manejar la situación.

  3. Sigue las recomendaciones del especialista: Una vez que hayas consultado con el oftalmólogo pediátrico, sigue sus recomendaciones de tratamiento y seguimiento. Esto puede incluir el uso de anteojos, terapia visual o procedimientos quirúrgicos, según sea necesario.

  4. Fomenta hábitos saludables: Además del tratamiento médico, es importante fomentar hábitos saludables que promuevan la salud visual de tu hijo. Esto incluye limitar el tiempo de pantalla, asegurarse de que tu hijo tenga una iluminación adecuada mientras lee o estudia, y alentar descansos regulares durante actividades que requieran esfuerzo visual prolongado.

  5. Comunícate con la escuela: Si tu hijo tiene un problema visual que afecta su rendimiento académico, comunícate con la escuela para informarles sobre la situación y discutir posibles adaptaciones o apoyos que puedan necesitar en el aula.

  6. Mantén un seguimiento regular: Realiza visitas de seguimiento regulares con el oftalmólogo pediátrico para monitorear la salud visual de tu hijo y asegurarte de que esté recibiendo el tratamiento adecuado.

Recuerda que la detección temprana y el tratamiento oportuno de los problemas de visión pueden marcar una gran diferencia en la vida de tu hijo, permitiéndole desarrollarse y aprender de manera óptima.

 


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