Educar a los niños con el ejemplo. Educar en valores

La familia es una escuela para todo tipo de aprendizaje

El ejemplo es la mejor herramienta educativa con que cuenta la familia. La familia es escuela de vida y los padres, educadores naturales. La familia brinda desde el nacimiento los estímulos que satisfacen las necesidades emocionales, al tiempo que se garantiza el desarrollo psíquico y físico de los pequeños. En la familia se adquieren el lenguaje, la afectividad, la identidad personal, las primeras destrezas musculares, así como el estilo convivencial básico. Las relaciones –estrictamente personales– que se establecen entre padres e hijos constituyen la fuente principal de la que emanan los aprendizajes emocionales, sociales y morales.

Educar a través del ejemplo a los hijos

Educar a los hijos con el ejemplo

Los conocimientos, habilidades y actitudes se ofrecen tempranamente en el seno familiar en gran medida a través del ejemplo. Aun sin pretenderlo, el comportamiento de los progenitores aparece ante los hijos como referencia o base de su conducta. De forma espontánea los padres se presentan como modelos.

El ejemplo es uno de los mejores instrumentos con que cuentan los padres para ejercer la tarea profunda y compleja de educar. La ejemplaridad de las acciones tiene gran impacto en el niño, especialmente en la forma de organizar la realidad y en el acercamiento a los otros y a cuanto lo rodea. La seguridad o temor, el optimismo o pesimismo, las actitudes y valores, el modo de relacionarse, el tono vital, etc., dependen en buena parte de lo que durante la infancia se haya observado e imitado. El aprendizaje por vía del ejemplo es sustancialmente distinto a la enseñanza escolar, muy dependiente de la programación.

Frente a las clases teóricas del colegio, el niño en casa observa el comportamiento de los padres que, por cierto, tiene un mayor impacto formativo que las recomendaciones verbales que ellos mismos puedan hacer. El ejemplo benéfico que los padres ofrecen a los hijos se reparte en tres modalidades interdependientes:
- el trato interpersonal, a menudo concretado en la cortesía y cordialidad que presiden las relaciones familiares
- el porte, en el que se incluye la higiene, la postura, la corrección al hablar, la disposición, etc.
- la utilización de materiales, sobre todo en lo concerniente al orden y cuidado de los enseres del hogar.

Valentín Martínez-Otero Profesor y Doctor en Psicología y en Pedagogía

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Comentarios (1)

27 ago 2016 10:18 YOLANDA DIEZ

Lo que enseñamos sin darnos cuenta a los niños.
Observaba a unos padres y a una niña. La niña jugaba y de pronto se cae. Y lo típico. La madre corre y le dice: "No ha pasado nada, cariño". La niña ha tropezado con uno de los columpios. Y la mamá a modo de consuelo hace como que pega al columpio. "Columpio malo".
Situación habitual donde las haya.
¿Qué ha pasado? Pues sin querer la mamá ha contribuido en que ese niño de adulto tenga alguna que otra dificultad:
- A que el niño no exprese sus emociones. Como "no ha pasado nada", no hay nada que contar aunque el niño se haya asustado o esté dolorido.
- A que la responsabilidad de lo sucedido recaiga en algo externo. El columpio es el responsable de que yo me haya caído. No he podido hacer nada al respecto.
- Y como el niño no es el responsable no cabe la posibilidad de plantearse cómo podría hacerlo la próxima vez para no caerse. Y así cómo haremos para no caer siempre en la misma piedra.
Pequeños gestos de los padres pueden provocar que el niño aprenda un concepto u otro.
Yo elijo que los niños que me rodean tengan capacidad de decidir con respecto a su vida de adulto. ¿Y tú?