¡Esto es mío!

Jorge está atravesando esa fase en la que cree que todo lo que le rodea le pertenece.

Ya está aquí, ha llegado... Estamos totalmente inmersos en la temible fase del «yo, mi, me, conmigo». Esto se traduce en que, desde hace unas tres semanas, Jorge cree que todo lo que tiene al alcance de la vista es suyo: desde el tobogán del parque al autobús que pasa por la calle.

Además, ¡menuda pasión le pone a proteger su territorio!, y esto ha generado algunas anécdotas. El otro día íbamos en metro -su otra gran pasión-, los dos sentaditos en un asiento junto a la puerta, y a una chica que entró se le ocurrió agarrarse a la barra que teníamos al lado… ¡acabáramos! A grito pelado en un metro silencioso con gente que volvía cansada de trabajar iba mi pequeño guerrero gritándole a la pobre chica: «MÍO, MÍO, MÍO». La chica se mondaba de la risa, pero yo sentía los ojos del resto de pasajeros clavados en mí con esa mirada reprobatoria de… «cómo tienes a tu hijo de mimado».

Yo, muy tranquila, intenté hacerle comprender para qué sirve la barra y por qué no es suya. Parece que lo entendió, o puede que le atrajera más el vaivén del metro porque dejó tranquila a la chica. Pero veinte minutos más tarde estábamos en el parque montando un “maravilloso” follón porque el resto de los niños estaban lanzándose por el tobogán, «¡tendrán morro, esos caraduras están usando MI tobogán!», pensaría mi pequeña fierecilla.

En este caso, no noté las caras acusadoras de los adultos que me rodeaban, eran padres y madres que, como yo, ponen cara de póquer aguantando el tirón de la pataleta e intentan que el niño aprenda a jugar compartiendo con otros niños.
Una mamá del parque me contaba el otro día que su hijo mayor, con 10 años sigue utilizando muy a menudo la expresión «mío», sin embargo, el pequeño, con 2, jamás la había pronunciado. En efecto, sé que el egoísmo es una característica de la personalidad de los niños, pero supongo que algunos, como Jorge, lo acusan más porque son hijos únicos, no van a la guardería y pasan la mayor parte del día con adultos.

Nosotros intentamos enseñarle a compartir y a no ser egoísta, pero, si os habéis visto en situaciones como las que os he contado, estaré encantada de leeros y conocer cómo terminó la historia.

¡Un saludo a tod@s!

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