El cole de mayores

Jorge comienza el colegio en septiembre, así que fuimos a una charla con las tutoras para solucionar todas nuestras dudas

Jorge cumple en unas semanas 3 años. Esto significa que este año termina en la Escuela Infantil y, después de un verano despreocupado, e intenso porque nacerá su hermano y tendrá que adaptarse a la nueva situación, comenzará en el “cole de mayores”.

Ayer, mi marido y yo fuimos a una charla en su futuro colegio. El director, dos tutoras y una delegada del AMPA nos dieron pautas y normas de funcionamiento para el curso que viene. Así que, allí nos juntamos los padres de los 75 niños que se estrenarán el año que viene como alumnos del colegio.

Antes de entrar en el auditorio, esperábamos en el patio escrutándonos los unos a los otros e intentando averiguar qué tipo de personas eran los padres de los futuros compañeros de nuestros hijos, al menos, esa era mi intención. Aunque también me sentí observada, quizás no por otra cosa que por mi enorme, enorme barriga de embarazada que parece ya a punto de estallar.

Nos explicaron cómo funciona el periodo de adaptación, cómo tenían que ir vestidos, el horario del cole… Una de las cosas que me sorprendieron fue que insistieron en que los niños tenían que ser autónomos, es decir, controlar esfínteres (ya lo hemos conseguido), comer solo (conseguido), ponerse los zapatos solo (conseguido), ponerse la chaqueta solo (no conseguido), limpiarse después de hacer caca (oh oh, no conseguido, ¡pero si es muy pequeño para eso!). Es lógico, hay una profesora por cada 25 niños y no pueden estar ocupándose personalmente de cada niño, pero le veo tan pequeño para según qué cosas…

También nos contaron que era normal que los niños llegaran a casa con arañazos o incluso mordiscos. Son pequeños, no saben argumentar todavía y defienden lo que consideran suyo como pueden. Mientras que sean conductas aisladas ellos no les dan importancia, incluso nos dijeron que los que son más amigos son los que más se pegan. Pero claro, a cualquier padre se nos encoge el estómago cuando vemos a nuestro pequeñín marcado.

Y, por último, nos dieron un pequeño rapapolvo, porque cada año encuentran que los niños son menos disciplinados y les cuesta mucho hacerse con ellos.

Me marché con un poco de pena, pensando en lo pequeño que era y todo lo que le queda por afrontar. Aunque yo también inicié el colegio con 3 años y no sólo sobreviví, sino que recuerdo mis años de colegio con cariño, espero que Jorge tenga también una buena experiencia. Ah, y que sea mejor estudiante que yo.

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