Al cole por primera vez

Después de un divertido y despreocupado verano, llegó el momento de ir a la guardería por primera vez.

Estos dos primeros años, Jorge ha estado con mi suegra que cual, abuela preocupada, días antes exclamaba «¡Ay mi niño, se le ha acabado la buena vida, ahora comienza la lucha!». Madre mía, y yo que pensaba que era exagerada. Intenté convencerla explicándole que mis años más divertidos fueron los escolares, pero nada… no coló.

El primer día Jorge se quedó una hora. Nada más llegar, un niño pataleaba, gritaba e intentaba que no le separaran de los brazos de su mamá. Salí corriendo para que mi hijo no viera la escena y se asustara, y me puse a enseñarle los columpios que se veían desde fuera y lo divertido que iba a ser. Volvimos a entrar cuando salía la madre del citado niño llorando también a moco tendido. Entonces llegó la profe de Jorge y se fue tan contento con ella a descubrir el colegio.

El segundo día fue igual. Vino su profe, se lanzó a sus brazos y casi ni miró atrás. Me dijeron que, como estaba teniendo buena adaptación, le dejara a comer; me pareció mucho para el segundo día, pero ellas son las profesionales…

El tercer día la cosa cambió, en cuanto vio el camino que tomaba el coche, comenzó con lo de «cole no, mamá, cole no». Al entrar, puso cara de susto y, cuando apareció la profe comenzó a llorar y a agarrarse fuertemente a mí. Le puse la mejor de mis sonrisas, o al menos lo intenté, y me marché hecha polvo. El cuarto día hizo ya una jornada completa, que en nuestro caso, es hasta después de la siesta. Lloró al llegar y me volví a marchar pensando en lo mala madre que era.

La segunda semana fue mucho mejor: no lloró ningún día y, al salir de casa, cogía su mochila tan contento diciendo «al cole, mochila, al cole». Me han dicho que se está adaptando muy bien, come todo lo que le ponen, se relaciona bien con otros niños y no llora. Además, he notado que en muy poco tiempo habla mucho mejor y utiliza muchas más palabras, se entretiene más jugando solo y, en general, se le ve contento.

¿Lo negativo? Escribo este blog entre estornudos y toses, con la papelera llena de pañuelitos y en un estado físico lamentable. Todo esto como regalito de bienvenida a la guarde. A los 4 días de entrar, Jorge comenzó con fiebre, diarrea, y mocos, y los virus decidieron visitar también a la madre de la criatura. En cualquier caso, el niño está bien, se ríe, juega y trastea como si no estuviera enfermo, mientras yo estoy metida en una burbuja febril. Ah, y como bonus extra, Jorge llegó con un mordisco en una mano producto de su primera pelea con otro niño. Y no me queda nada, ¿no?

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