Varicela en los niños. Síntomas y tratamiento

Cómo tratar la varicela infantil

La varicela es una enfermedad viral que se caracteriza por la aparición en la piel de varios brotes de lesiones típicas, formadas por pequeñas pápulas que se transforman en vesículas (con contenido líquido) y que luego al secarse forman costras.

En la mayoría de los casos la padecen los niños menores de 10 años siendo una enfermedad altamente contagiosa.

Varicela en los niños

Síntomas comunes y tratamiento de la varicela

Se propaga por contacto directo o a través del aire. El virus se encuentra en las vesículas y los pacientes son infecciosos desde un día antes de la aparición de las lesiones en la piel hasta que todas las lesiones han formado costra, entre 7 y 8 días.

El responsable es el virus de la varicela zoster, un virus de la familia de los herpes virus. El primer contacto con este agente causa la varicela, dejando esta inmunidad de por vida; sin embargo el virus puede quedar latente en el cuerpo para reactivarse posteriormente pero esta vez en forma de herpes zoster.

El periodo de incubación varia entre 7 y 21 días. Luego aparece el exantema específico, caracterizado por pequeñas pápulas rojas que casi inmediatamente se transforman en vesículas claras sobre una base eritematosa.

A las 24 horas éstas se rompen y se transforman en costras. Las lesiones aparecen primero en tronco, extendiéndose después a la cara y al cuero cabelludo.La gravedad de la enfermedad puede variar desde unas pocas lesiones y pocos signos de enfermedad sistémica, hasta muchos cientos de lesiones en la piel con fiebre, alcanzando temperaturas que oscilan entre 39.5 y 40.5 grados centígrados.

Su principal complicación es la infección de las lesiones cutáneas.Un menor porcentaje de niños puede desarrollar el síndrome de Reye asociado con la ingestión de aspirina. Asimismo es posible la afectación del sistema nervioso central en forma de encefalitis post-infecciosa, que generalmente cursa con afectación cerebelosa.

El tratamiento de la varicela es sintomático. Debe dirigirse al alivio del prurito, utilizando agentes antipruriginosos locales y sistémicos, así como sedación si se requiere. Debe evitarse el consumo de aspirina para evitar la aparición del síndrome de Reye, tratando la fiebre con otros antitérmicos. La prevención activa se realiza mediante la vacuna de virus vivos atenuados.


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