Golpes en la cabeza en los niños

Entrañan más riesgos de lo que a priori se cree.

Los golpes en la cabeza son frecuentes entre niños que practican deportes de equipo. El problema es que, tras el aturdimiento inicial, mucho niños –sobre todo varones que intentan estar “a la altura de su hombría”– vuelven a salir al campo, apretando los dientes. A menudo, sus profesores ignoran que los daños derivados de golpes repetidos en la cabeza pueden acumularse. Incluso, un solo golpe puede producir daños cerebrales graves y hasta la muerte del niño. Cuanto menor es la edad, más peligrosos son los golpes.

Golpes de tres tipos

Especialistas en neurología infantil han desarrollado un sistema que puede servir de guía para saber cuándo un niño que ha recibido un golpe en la cabeza puede volver a la competición. Según dicho sistema, los golpes pueden ser de tres grados:

  1. En los golpes de grado 1, el niño no pierde el conocimiento, pero puede experimentar dolor de cabeza, mareos, pitidos en los oídos, confusión y visión borrosa. Aunque en estos golpes los síntomas suelen resolverse en 15 minutos, el niño debe abandonar el juego y, a lo largo de los 45 minutos siguientes, ser observado detenidamente cada cinco minutos. En caso de que los síntomas remitan pronto, puede volver a la competición.

  2. En los golpes de grado 2, sigue sin haber pérdida de consciencia, pero el resto de síntomas persisten durante más de 15 minutos. En este caso, el niño debe ser examinado sin demora por un médico. Si sigue sin síntomas al cabo de una semana, puede volver a jugar.

  3. En los golpes de grado 3, el jugador pierde la consciencia (desde unos segundos a varias horas). Ese niño debe ser trasladado rápidamente –en camilla y con collarín– a un servicio de urgencias. La vuelta al campo dependerá del tiempo que haya permanecido inconsciente y de cuánto tardaron en desaparecer el resto de los síntomas.

Lesiones ocultas

Es importante recordar que, aunque una persona que se haya dado un golpe en la cabeza diga (y parezca) sentirse bien, puede tener lesiones cerebrales. Antes de permitirle que vuelva a practicar deportes de contacto, debe ser examinada por un especialista en medicina deportiva. Hay jugadores suplentes, pero no existen piezas de recambio para el cerebro.

Puertas que se cierran

El cerebro humano es muy vulnerable durante los primeros años de vida. En realidad, no alcanza su desarrollo hasta cumplidos los veinte años. A medida que el cerebro se desarrolla, se van “abriendo puertas” que suponen otras tantas oportunidades para adquirir conocimientos y nuevas habilidades, por ejemplo aprender un idioma extranjero. Si esa ventana se cierra por una lesión, el aprendizaje de ese idioma (o cualquier otra habilidad similar) puede ser mucho más difícil.

Marisol Guisásola

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