De mayor voy a ser...

Aunque nuestro hijo escoja una profesión disparadada, no debemos ridiculizarle, todavía tiene que madurar.

Preguntarle a un niño que quiere ser de mayor es tremendamente estimulante para él, no sólo porque hace volar su imaginación, sino porque al invitarle a expresar sus ideas y deseos, siente que le están tomando en cuenta.

Algo muy serio

Astronauta, aventurer@... A veces, sus opiniones nos pueden parecer divertidas o disparatadas, pero cuando ellos nos cuentan sus planes de futuro, lo menos que podemos hacer es escucharles con respeto y no reírnos de ellos ni utilizar frases despectivas como “¡eso es una tontería!”. Ridiculizarles es una manera de cortar poco a poco las vías de comunicación entre el niño y sus padres.

No es definitivo

Lo normal es que los proyectos infantiles vayan cambiando a lo largo de los años, ya que los niños a medida que crecen van adquiriendo nuevas capacidades y descubriendo profesiones diferentes que les van a ir interesando. La profesión de sus padres tiene mucha fuerza, pero la TV y el cine también les impactan mucho.

Elegir con libertad

Y van creciendo. Y de lo que dicen que van a hacer a lo que terminan haciendo, suele haber un abismo. Cada uno tiene una personalidad, un temperamento y unas aficiones diferentes. A medida que van escalando cursos han de ir tomando decisiones sobre su futuro profesional. No es tarea fácil. Muchos alumnos pasan un verdadero calvario, pues son muchas las presiones a las que suelen estar sometidos (trayectoria profesional de los padres, prestigio social, notas de corte…). Nuestra presión e impaciencia puede llevarles a una opción errónea.

Orientar, no imponer

Padres, profesores, tutores, jefes de estudio, charlas en distintas universidades, exposiciones, salones… cumplen un papel importante en el proceso de orientación de los estudiantes, ya que les facilitan un acercamiento a la realidad profesional.

Darles la información que requieran para despejar sus dudas es conveniente, pero no es acertado imponer a toda costa el criterio del adulto, en contra de las preferencias del alumno y con la excusa de estar en posesión de la verdad e impacientes de que nuestros hijos comiencen cuanto antes la “carrera ideal”. Dejemos que reflexionen y que decidan con la mayor madurez posible para evitar que cambien de opinión por el camino o que ejerzan de por vida una profesión que no les apasiona.

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