¿Cómo disfrutar de las vacaciones con los niños? 

Consejos para hacer que sean especiales para el niño

¡Las vacaciones, tan esperadas, han llegado por fin?! ¿Cómo hacer de este tiempo de verano un pequeño paréntesis realmente especial, tanto para nuestro hijo como para nosotros mismos? La psicóloga Etty Buzyn, autora de «Papá, mamá, dejadme tiempo para mí» (De Vecchi Ediciones), nos facilita algunas pistas.

¿Cómo disfrutar de las vacaciones con los niños?

En vacaciones, hay que tomarse un respiro

Durante las vacaciones, el niño redescubre a sus padres... desde otra perspectiva: liberados de ciertas urgencias y preocupaciones y más disponibles, tienen tiempo para mirarle, admirarle, escucharle, compartir actividades con él, atender a todas sus preguntas... Esta nueva situación le permite establecer una relación muy íntima con ellos, algo que no siempre es posible en el acelerado ritmo cotidiano del resto del año. Esta intimidad es esencial porque genera en el niño un sentimiento de seguridad interior y de confianza en sí mismo. Por eso es importante no sobrecargar la agenda de las vacaciones y tomarse un respiro.

Flexibilizar los horarios a los niños

En la práctica, no resulta útil en absoluto imponerle horarios estrictos e involucrarle en actividades programadas con antelación. Las vacaciones tienen que darle la oportunidad de «cerrar el kiosco».

También es el momento de relajar algunas reglas y, por ejemplo, permitir que se acueste un poco más tarde o que comparta las comidas con el resto de la familia, si es que habitualmente come antes que sus padres. ¡Nada como abrir un poco la mano para lograr que, después, asuma mejor las prohibiciones! En un contexto más distendido y con menos normas que seguir, el niño se muestra, por lo general, más tranquilo, más conciliador y menos caprichoso. Esta actitud contribuye, en buena medida, a crear con los adultos unas relaciones más serenas, más suaves y de mayor complicidad. De este modo, cuando durante el año aparezcan las tensiones, los recuerdos de estos buenos momentos compartidos ayudarán a gestionar mejor los conflictos.

Abrir el círculo familiar a los hijos

A menudo, las vacaciones proporcionan al niño la ocasión de darse un «buen baño de familia» más animado que el habitual triángulo papá-mamá-hijo. Y esto le sirve para ubicarse en el árbol genealógico. En las vacaciones con la familia extensa, se produce naturalmente la transmisión generacional: sitios, recetas de cocina, juegos, historias... con las que el niño reúne un tesoro de recuerdos. Así, se crea un «banco de datos» personal en el que puede identificarse con un miembro u otro de la familia a fin de ir construyendo su personalidad. Al pasar tiempo y compartir diversiones con sus abuelos, sus primos... refuerza los lazos y forja pilares en los que apoyarse para crecer.

En vacaciones, no forzar un cambio radical de escenario

A estas edades, un viaje al extranjero no tiene interés alguno para el niño: no va a poder aprovecharlo realmente y hasta puede llegar a descentrarse como consecuencia del cambio de clima y de alimentación. Sin embargo, sin necesidad de ir al otro extremo del mundo, el mar, el campo o la montaña están repletos de riquezas que colmarán su curiosidad sin alterar excesivamente sus hábitos de vida. El niño de dos o tres años es más bien hogareño, no le gusta perder de vista sus referencias. Para facilitar su adaptación al escenario de las vacaciones, es buena idea recorrerlo con él y hacerle descubrir todos los rincones. Si su habitación está cerca de la de los padres, se sentirá más seguro, en medio de tantas novedades. ¡Y que no le falte su peluche! Es fundamental para crear una continuidad tranquilizadora con su marco de vida habitual

Isabelle Gravillón

© Bayard Presse-Popi


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