¿Cómo aprenden los niños a convivir en el aula?

Estrategias de convivencia en el aula

Ana Roa es licenciada en Pedagogía, profesora especialista en Educación Infantil y Máster Europeo en Coaching Educativo. Su actividad profesional se centra en talleres, seminarios y conferencias sobre educación emocional para docentes y familias, así como en el trabajo con niños que presentan dificultades.

La convivencia es un reto; todos somos únicos y diferentes. Las relaciones solidarias dentro de la comunidad educativa y la convivencia en el centro escolar son indicadores principales de calidad en Educación Infantil. Es fundamental saber orientar a los más pequeños para que alcancen un sentimiento personal más rico y recuperar valores un tanto desplazados. ¿Cómo hacerlo?

Los talleres de convivencia

Los docentes, unidos al equipo educativo, diseñan espacios en los que la diversidad es patente y organizan momentos de encuentro, reflexión y diálogo basados en el respeto. Las familias también participan: abrir las puertas de la escuela infantil es una práctica cada vez más necesaria.
El taller de convivencia es un ejercicio que ayuda a desarrollar en cada niño el autoconocimiento y el conocimiento de los demás niños de la clase.
Permite tomar conciencia del valor de cada uno, individualmente y en equipo, y fomenta la cohesión, la empatía, la autoconfianza, la cooperación y la tolerancia. Aprender a convivir motiva a los niños para cumplir sus tareas de manera responsable, manteniendo el orden y el cuidado de los materiales y valorando el trabajo bien hecho y bien terminado.
La convivencia se aprende analizando situaciones cotidianas y leyendo relatos, que se comentan y debaten para sacar conclusiones concretas.

'El protagonista de la semana'

Esta actividad, idea original de Carmen Ibáñez Sandín, consiste en dedicar una semana del curso a cada niño o niña, convirtiéndolo en el centro de atención del grupo.
Mediante fotografías y objetos personales variados, el protagonista va relatando cada día detalles de su vida. Partir de las experiencias, vivencias, gustos y aficiones de los niños, de lo que les interesa y motiva, facilita la comprensión de la diversidad del grupo por parte de todos. Es una forma de atención personalizada a cada niño que favorece la comprensión de la diversidad como enriquecimiento: cada uno habla de sus costumbres, cultura, estructura familiar y, así, se comparte con los otros las cosas propias y los propios sentimientos y se aprende a vivir desde la perspectiva «todos somos distintos y conocernos es enriquecedor».
La familia tiene la oportunidad de implicarse: durante la semana del protagonista, uno o varios familiares (padre, madre, abuelos) pueden visitar el aula. De este modo, se potencian actitudes de respeto a las personas y sus diferencias, a las costumbres sociales y a las normas cívicas.

'Las normas de clase'

El grupo-clase lleva consigo la coexistencia de distintos ritmos y niveles de aprendizaje. Como docentes, deseamos las mejores relaciones en el grupo y, para regularlas, son necesarias algunas normas: respetar los turnos de palabra, escuchar cuando habla otro, recoger el material utilizado, cuidar el rincón de la naturaleza... Las normas se exponen por medio de imágenes plastificadas, previamente dibujadas por los niños, bajo las cuales se escribe el mensaje. También se puede elaborar una lista de normas en la asamblea y escribirlas en una pizarra o confeccionar un mural de frases cortas y, así, trabajar la lectoescritura.
Las normas deben expresarse de manera breve, concreta y en un lenguaje cercano. Serán flexibles en excepciones, coherentes y formuladas en positivo. Deben colocarse en un lugar fijo y visible para recordarlas cuando sea necesario.
Cumplir las normas como hábito diario favorece el desarrollo de la autonomía individual; su incumplimiento tiene consecuencias. Para promover el cumplimiento, hay diversas estrategias:

  • Los contratos de contingencias: en una tabla grande se escriben los nombres de los niños. Según van trabajando cada norma, ponen una pegatina en su casillero. Al alcanzar un número previamente fijado, ganan una medalla o un diploma.
  • El libro de las normas: creado con fotos e imágenes que simbolizan el cumplimiento y el acercamiento al diploma final.
  • El sello o la pegatina «cumplenormas»: al salir de clase llevarán pegado o estampado en la mano el dibujo indicador de que han sido buenos cumplidores...

La colaboración familia-escuela

En las normas, también se trabaja la relación con la maestra o el maestro. Los niños traen sus propias reglas de casa y, cuando llegan a la clase, actúan «como se les ha enseñado a actuar».

Pero los maestros también tenemos nuestras normas, el modelo de funcionamiento de clase que nos gusta y que queremos y, para que los niños lo vayan asumiendo, debemos pensar bien hasta qué punto la clase puede seguir ese modelo de normas.

Es necesario darle forma clara y explícita a través de frases, imágenes... e interiorizarlo todos juntos. La Escuela de Padres y Madres y los contratos de contingencias para casos concretos pueden ayudar decisivamente a la coordinación entre la escuela y la familia en el cumplimiento de este tema.

¿Cómo aprender a convivir en el aula?

Ana Roa

Licenciada en Pedagogía, especialidad Orientación Escolar, y profesora especialista en Educación Infantil. Máster Europeo en Coaching Educativo. Terapeuta experta en Análisis Transaccional y Técnico Superior de Geriatría. Postgrado de especialización en TDAH. Es autora de los libros ¡Vive la vida! y El yo infantil y sus circunstancias, editorial Pasión por los libros.


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