Hermanos: idéntica educación, distinta personalidad

Hermanos: idéntica educación, distinta personalidad

Mis hijos tienen personalidades diferentes a pesar de recibir una misma educación.

Es impresionante como los niños desde bien pequeños comienzan a definir su personalidad. Mis dos hijos, pese a que son todavía muy pequeños y están educados de la misma manera, tienen una personalidad diferente y reaccionan de manera distinta ante las circunstancias.

Jorge, que siempre ha sido muy inquieto, nunca quiso sentarse en el carrito. Cuando íbamos de paseo, al poco rato teníamos que sacarle para evitar una pataleta. Ernesto, que es más tranquilo, aguanta mucho más y se entretiene con cualquier cosa. Incluso es capaz de estar una hora sentado en el suelo con los juguetes. Algo inaudito en su hermano mayor.

Jorge es mucho más dócil, pese a tener su genio, podías y puedes negociar con él y acaba entendiendo las cosas. Ernesto es un hueso duro de roer, como diga que no, es que no, y ya puede caerse el mundo… Con sólo 7 meses ha decidido no comer fruta y por más trucos que empleamos, él perfecciona la técnica para evitar que la cuchara entre en su boca. Es un artista de la evasión con la merienda. A Jorge con sólo hacerle reír, ya se le olvidaba que estaba comiendo fruta.

Ernesto tiende a ser asustadizo, desconfía de las caras que no conoce y si entra en una habitación llena de gente extraña seguro que se pone a llorar con una intensidad apabullante por el susto que se da. Jorge, sin embargo, es abierto y nunca ha extrañado, enseguida sonríe y le echa los brazos al primero que le devuelva la sonrisa. Le gusta la juerga y a quien le proporciona juerga. De hecho es especialista en señoras mayores, les sonríe, les saluda y les pregunta cualquier cosa y ellas encantadas.

Sin embargo, en algo son iguales. Los celillos afloran cuando los mimos se dirigen hacia uno. Cuando estoy jugando con Jorge, Ernesto gimotea y pega saltitos para que vaya a por él. Y, si entro diciendo “¿dónde está mi niño pequeño?”, Jorge se cuela antes de que llegue a abrazar a Ernesto para llevarse el achuchón.


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